El Gobierno del Ayuntamiento de Barañain (UPN) ha denegado los permisos preceptivos para que se pueda desarrollar el programa festivo popular que se organiza anualmente coincidiendo con la celebración de los carnavales en la localidad. Un programa dirigido a los más pequeños, que se convierten de esta manera en los paganos de una decisión cuyo origen parece estar en el enfrentamiento que el Ayuntamiento mantiene con los sectores que organizan los actos. En su cruzada general contra los modelos festivos populares, y en su lucha particular contra la dinámica actividad del gaztetxe, UPN vuelve a imponer su ley sin sentido ni explicación y convierte en principales perjudicados a los niños, ya ataviados con sus disfraces, y que se quedaron sin cosas al parecer tan ilegales como una chocolatada y una verbena.

De esta manera, los responsables municipales de UPN se convierten, simple y llanamente, en aguafiestas. Queriendo jugar el papel de grandes estadistas llamados a salvar un pueblo de no se sabe qué, sólo logran fastidiar cual cenizo gruñón que, cuando su equipo no gana, coge el balón y se lo lleva, que para eso es suyo.