Renace del olvido el legado intelectual de Pilar de Zubiaurre
La garaitarra Pilar de Zubiaurre fue una de las mujeres más importantes de la vida cultural de Madrid. Rodeada siempre de grandes artistas, su actividad tanto allí como después en el exilio pasó desapercibida para los críticos de la época. Ahora un libro pretende rescatarla del olvido.
Ane ARRUTI I
Una gran intelectual ignorada. Pilar de Zubiaurre (Garai, 1884 - México, 1970) fue una de las figuras más representativas del movimiento cultural de los años 20 y 30 en Madrid pero, la fama de su padre, sus hermanos y su marido, y el hecho de ser mujer, la mantuvieron siempre en un segundo plano. «Pilar de Zubiaurre. Evocaciones. Artículos y diario 1909-1958» es el título del libro que quiere recuperar la figura de esta mujer. Surge de la colaboración de la Asociación Hamaika Bide, el ayuntamiento de Garai, Gerediaga Elkartea, BBK y la Universidad de Nebraska, de la que, precisamente, es profesor Iker González Allende, autor del libro. En él, se reúnen una biografía de Pilar, una segunda redactada por su hijo Leopoldo y varios escritos tanto de la garaitarra como de otros autores que hablaron sobre ella, como un poema de Federico García Lorca.
Pilar de Zubiaurre nació en Garai en 1884 y se crió en el caserío Lebario de Abadiño. Con cuatro años se trasladó a Madrid, donde residía su familia por motivos de trabajo. Fue hija de Valentín de Zubiaurre, reconocido músico y director de la Capilla Real de Madrid, y de Paz Agirrezabal. Era la menor de tres hermanos. Los dos mayores, Ramón y Valentín, fueron dos grandes pintores. Sordomudos los dos, fue Pilar quien ejerció como portavoz de ambos.
En 1922, se casó con Ricardo Gutiérrez Abascal, Juan de la Encina, quien fue el primer director del Museo de Arte Contemporáneo de Madrid, museo predecesor del actual Reina Sofía. «Son gente muy representativa», apunta José Ángel Ascunce, presidente de Hamaika Bide. «El mundo que le rodea está lleno de músicos, pintores, críticos literarios... además de sus amistades. Trataba con Juan Ramón Jiménez, Ortega y Gasset, García Lorca, Alberti...».
En 1926, creó junto con otras mujeres como María de Maeztu o Victoria Kent el Lycedum Club Femenino, el primer grupo femenino en el Estado español en el que impulsaban tertulias culturales con intelectuales o realizaban exposiciones.
Sin embargo, aun siendo la pieza clave de la actividad cultural del momento, siempre se mantuvo en un segundo plano. «Le hicieron sombra primero sus hermanos y luego su marido. Ella tenía esa contradicción. Por una parte, se sentía obligada a ser más activa públicamente. Pero, por otra parte, seguía siendo una ama de casa. En todos los textos que recogemos sobre ella, no se menciona su labor intelectual sino su papel como anfitriona en los encuentros organizados en su casa», explica Joxerra Zabala, miembro de Hamaika Bide.
«A ella le hubiera gustado ser una gran intelectual -añade Ascunce-. En aquella época pertenecía al movimiento de mujeres feministas, militantes, pero siempre dentro de un orden. Cuando escribe utiliza seudónimos y sus escrituras no tienen contenido político ni ideológico que vayan contra lo establecido. Lo que le llevaba a usar seudónimos fue que la propia escritura era algo que estaba fuera de los ámbitos de la mujer».
Exilio en México
El fuerte compromiso político tanto de ella como de su marido, muy cercano a las ideas de Manuel Azaña, les obligó al exilio, primero en el Estado francés y después en México. Pilar publicó allí sus escritos en la revista «Euzko-Deya». «Cuando escribe antes de la guerra es una literatura más bien evocativa, habla de fiestas, de personajes conocidos, del mundillo donde ella se movía. Pero ya, cuando tiene que marchar al exilio, los escritos vienen a ser, sobre todo, sobre el País Vasco», indica Ascunce.
Y es que Pilar siempre tuvo muy presente a su Garai natal. «Fue una feminista que trabajó en Madrid pero que siguió sintiéndose vasca, que volvió una y otra vez a Garai, y que escribió en medios de comunicación nacionalistas», señala Zabala. «De alguna forma, rompe un poco ese esquema de feminista estatalista. En México escribe con seudónimos totalmente euskaldunes. No se define directamente como nacionalista, pero sí da a entender que se siente vasca y lo reivindica».
Temporalmente, pudo regresar varias veces a Euskal Herria, como lo hizo en 1961 y en años posteriores hasta su fallecimiento en 1970. Casualmente, murió en México cuando viajó para recoger todas sus pertenencias e instalarse definitivamente en Garai. Su ilusión era que la enterrasen con la cabeza mirando hacia Anboto y así lo hicieron.
Tras este reconocimiento, ya se está pensando en una segunda parte -si se lograra su financiación- que incorporaría su extensa producción cartularia que da a conocer la importancia que tuvo en su época esta mujer.