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La vida contemplativa de los cartujos no encaja en las normas urbanísticas del valle de Ezkabarte

Los cartujos son la única orden religiosa que da el nombre al edificio donde habitan: cartuja. En el Estado español sólo hay cinco cartujas, una de ellas femenina. La sexta la quieren levantar en Ezkabarte, en un excepcional entorno forestal que los vecinos del valle y las normas urbanísticas quieren preservar tal como está.

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Iñaki VIGOR

El caserío de Nagiz, ahora en ruinas, está ubicado en las faldas del monte Ortzikasko (977 metros de altitud), más conocido como Ostiasko y confundido por muchos con Txaraka, otro monte de menor altura. El emplazamiento de este caserío es visible desde el Parque de la Media Luna, en Iruñea, ya que en línea recta hay poco más de media docena de kilómetros. Se trata de una excepcional zona forestal perteneciente al municipio de Ezkabarte, considerada por muchos vecinos como el paraje mejor conservado del valle. Numerosas personas suelen disfrutar de cómodos paseos hasta ese lugar, alejado de pueblos y carreteras, ya que los núcleos poblados más cercanos (Sorauren, Eusa, Makirriain y Anotz) están aproximadamente a un kilómetro y medio de distancia. Es precisamente allí, sobre las ruinas de Nagiz, donde los cartujos pretenden construir un monasterio para llevar una vida acorde a las ideas anacoretas de esta congregación religiosa.

Fundada en 1084 por San Bruno, esta orden se caracteriza porque sus monjes llevan una vida de oración y contemplación. Viven bajo estricta clausura, sólo se reúnen entre ellos para comer o para orar, y ayunan mucho. Los viernes y toda la cuaresma no ingieren otra cosa que pan y agua, o al menos eso dicen. Dentro de la orden hay dos categorías: los padres y los hermanos. Los primeros se dedican a la contemplación, el «diálogo» con dios y la ejecución de algún trabajo manual no productivo. Los segundos también se encargan del cultivo de la tierra y del cuidado del ganado, si lo tienen, todo ello en absoluta soledad, silencio y aislamiento.

Procedentes de Zaragoza

Los cartujos que se quieren instalar en este paraje de Ezkabarte serían una veintena y proceden de Zaragoza, concretamente de «Aula Dei», un enorme edificio del barrio de Montañana, construido en el siglo XVI, en el que se instalaron en 1901. Esta cartuja tiene en la actualidad problemas de conservación, y los monjes dicen que ya no encuentran allí la paz y el aislamiento que anhelan.

Los monjes de «Aula Dei» intentan trasladarse a Nagiz porque este antiguo señorío fue cedido por su propietario a la Orden de la Cartuja hace varios años. El problema es que este paraje natural está calificado en el Plan Municipal de Ezkabarte como suelo forestal no urbanizable y, además, la construcción de un monasterio en ese lugar iría en contra del EMOT (Estrategia y Modelo de Ocupación Territorial). Aun así, los cartujos siguen empeñados en que se recalifiquen los 7.900 metros cuadrados que necesitarían para instalar allí su nueva morada terrenal. Además de las celdas para los monjes, tendrían zona ajardinada, sala de enfermería, farmacia, servicio de lavandería y costura, cocina, iglesia, capilla, claustro y patios cubiertos e interiores.

El Departamento de Ordenación del Territorio del Gobierno de Nafarroa ya se pronunció claramente en contra de la construcción de esta cartuja. También el pleno del Ayuntamiento de Ezkabarte se posicionó en contra de recalificar el suelo y cambiar las normas urbanísticas para poder autorizar la construcción de este monasterio.

No obstante, algunas declaraciones realizadas por la alcaldesa, Carola Gutiérrez, y la postura favorable a esta obra por parte del grupo al que pertenece (Grupo Independiente de Arre), han motivado la creación de la Plataforma en Defensa de Nagiz-Nagiz Bizirik. Los vecinos que la integran están convencidos de que la conservación de este entorno natural depende del mantenimiento de su uso forestal. «No es legítimo destrozar el paisaje a los paseantes para poder disfrutar de él en exclusiva», comenta Jon Díez de Urra, miembro de la plataforma y de la Junta del Concejo de Makirriain.

Este cargo electo recuerda que en Ezkabarte sólo se permiten equipamientos públicos que no pueden construirse en suelo urbanizable. «Y la cartuja no es un equipamiento para los vecinos del valle -argumenta-, porque, como los propios cartujos reconocen en el anteproyecto presentado, es de uso exclusivamente privado. Además, no hay beneficio para el valle, ni para los vecinos, ni en viviendas VPO, ni en cesión de espacios públicos, ni de ningún tipo».

Tras recordar que los monasterios están exentos de pagar la contribución urbana, Nagiz Bizirik afirma que esta cartuja «no beneficia» a este valle de unos 1.600 habitantes y apunta que hay otros lugares en Ezkabarte, «y fuera de él», donde los cartujos «pueden aislarse sin perjudicar al medio ambiente». Como ejemplo, señala el Señorío de Aderiz, que abarca una superficie de 500.000 metros cuadrados.

monjes

pretenden instalarse en Nagiz para llevar una vida de clausura, oración, silencio y ayuno, lo que alteraría la fisonomía de este paraje natural.

«No han hecho nada por informar a los vecinos ni a los concejales»

Desde que se tuvo noticia de que los cartujos querían instalarse en Nagiz, la actitud del equipo de gobierno del Ayuntamiento de Ezkabarte ha sido de «total falta de información y de oscurantismo», según Nagiz Bizirik. «Incomprensiblemente -afirma-, no han hecho nada por informar a los vecinos, a los concejos ni a los propios concejales».

La Corporación está integrada por tres concejales del Grupo Independiente de Arre, tres de la Agrupación Concejo de Ezkabarte, dos de la Agrupación de Vecinos de Ezkabarte y uno de NaBai. La lista de ANV fue ilegalizada, lo que posibilitó la elección de Carola Gutiérrez como alcaldesa. I. V.

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