CRíTICA cine
«El hombre lobo» El licántropo domestico
Koldo LANDALUZE
En este nuevo intento por resucitar un mito clásico de la Universal, Joe Johnston ha incidido en la intencionalidad revisionista y artificiosamente autoril que utilizaron Francis Ford Coppola y Kenneth Branagh en sus «Drácula» y «Frankenstein».
Johnston no cae en el manierismo pedante y orientalista de «Drácula», ni en la ampulosidad shakesperiana del «Frankenstein», porque el autor de «Jumanji» es un artesano de la industria cuyas miras creativas se limitan a sacar el mayor rédito comercial a un producto calculado para ser perfectamente digerible por el mayor número de espectadores posibles. A pesar de su intento por homenajear al clásico del 41, dirigido por George Waggner y protagonizado por Lon Chaney Jr., este renovado «Hombre lobo» peca de cierto tremendismo a la hora de mostrar el traumático perfil sicológico del protagonista. Culpa de ello la tiene un guión escrito por Andrew Kevin Walker y David Self en el que abundan los traumas sicológicos que el personaje encarnado por Benicio del Toro lastra desde su infancia.
El fantasma de la madre muerta, la inquietante presencia del padre interpretado por Anthony Hopkins y un Benicio del Toro que desaprovecha su poderosa presencia física por culpa de su personalidad errática, marcan las pautas de esta producción que tiene en la huída que el licántropo realiza del sanatorio mental, a través de los tejados y callejas brumosas de aquel Londres victoriano, una de sus escenas más logradas.
Tampoco ayuda mucho al metraje la inclusión, casi forzada, del detonante romántico porque, a pesar de la esforzada interpretación de Emily Blunt, del Toro continúa «lobotomizado» y sus diálogos monosilábicos cortan por completo cualquier tipo de química.
Para colmo de males, en la polémica banda sonora -Danny Elfman se «autoexpulsó» del proyecto y fue recompuesta por Paul Haslinger- se intuyen algunos compases disfrazados de la banda sonora que Wojciech Kilar compuso para el «Drácula» Coppoliano, lo que certifica la intencionalidad descarada de este producto de consumo rápido, en el que topamos con un hombre lobo huérfano de fiereza y temperamento.