GARA > Idatzia > Iritzia> Gaurkoa

Ekai Txapartegi doctor en filosofía

El puerta a puerta es también una oportunidad para la Diputación

Xabier Mikel Errekondo es un alcalde feliz. Y no es para menos. En un año Usurbil ha alcanzado la cima más alta, a nivel de Estado, en la gestión selectiva de residuos urbanos. Eso es, por sí solo, un gran logro. Pero hoy Usurbil nos está dando otra lección, en este caso de democracia participativa y valentía política. Usurbil celebra entre hoy y mañana la consulta ciudadana para decidir si continúa con el sistema actual de puerta a puerta (PAP) o si retroceden al sistema de contenedores. Pocas veces ha aportado tanto un pueblo tan pequeño y, en otros aspectos, tan normal como lo que está aportando Usurbil a Euskal Herria.

Es curioso que lo único que ha pedido este alcalde a sus vecinos sea que depositen los restos de comida en un cubo aparte. Nada del otro mundo. Al igual que separamos el papel, el vidrio y los envases ligeros, separar también la materia orgánica. Es curioso, decía, el poder transformador y el carácter revolucionario que adquiere esa simple idea. El alcalde de un pueblo pequeño pide a sus ciudadanos que no mezclen los residuos y todo un modelo de gobierno hasta entonces hegemónico se siente cuestionado.

Entiendo que eso tiene que ver con la eliminación de los contenedores de la calle. El PAP elimina los contenedores para asegurar que quien lo haga mal no contamine todo el material. Ahora bien, la eliminación de los contenedores guarda una sorpresa, mucho más profunda y fundamental. Los residuos, al dejar de ser anónimos en el colgador, mueven a la ciudadanía a un estado de responsabilidad. Y eso empuja a la administración, como si fuera una ficha de dominó que empuja a la otra, a hacerse responsable ella también. Es el principio de co-responsabilidad. Si la administración exige algo al ciudadano, el ciudadano por su parte exigirá algo a la administración. Es lógico que sea así. Si el ciudadano se toma la molestia de sacar el orgánico aparte en un cubo querrá que la administración logre un buen compost de ahí. No permitirá que se incinere o se entierre ese material porque a nadie le gusta que su trabajo caiga en saco roto. Es lo normal. Lo que no debería ser tan normal es que un escenario de co-responsabilidad incomode a buena parte de nuestra clase política.

Me temo que lo que realmente está sacando a la luz la experiencia de Usurbil es que, en el tema de la gestión de residuos, la Diputación Foral de Gipuzkoa no está actuando a la altura de su ciudadanía. Está mostrando ser más reacia a la co-responsabilidad que los ciudadanos. La pena de todo esto es que, tal y como demuestra Usurbil, con la ciudadanía que tenemos en Gipuzkoa podríamos evitar la incineradora fácilmente. Una clase política dispuesta a actuar de manera coordinada con la ciudadanía y compartiendo con ella la responsabilidad de la gestión de sus residuos, sería suficiente.

La gente lo hace bien. Es importante recordar los resultados de Usurbil porque dan la radiografía de la calidad de la ciudadanía. Según los datos oficiales de la Mancomunidad de San Marcos, la entidad responsable de recibir todo el material recogido, Usurbil ha llegado a gestionar selectivamente el 82% de sus residuos, con picos de hasta un 86%. Además, los materiales que recoge son de tal pureza, de entre un 95% y 99% dependiendo de la fracción, que se podrían enviar directamente a las plantas de reciclaje, sin pasar por las plantas de clasificación y trasferencia. Evidentemente, la gente de Usurbil lo hace bien. Y, evidentemente, eso demuestra que para gestionar sus residuos Gipuzkoa dispone de una tecnología infinitamente mejor que la incineradora, una ciudadanía responsable. El reto está en aprovechar lo que ya tenemos y en estar a la altura de esa ciudadanía.

El PAP es una alternativa a la incineración. Por alguna razón, los técnicos de la Diputación han dimensionado la incineradora pensando que la ciudadanía es irresponsable. A mi entender, el problema está ahí. Algún técnico de la Diputación ha dado por hecho que tú y yo somos unos irresponsables cuando nunca nos han dado una oportunidad para demostrar lo contrario. Si los cálculos se hicieran sobre la base de que la gente de Gipuzkoa es responsable, cuando se le permite serlo, no se justificaría la construcción de una incineradora, porque la cantidad de basura que habría para quemar sería ridícula.

Los datos son contundentes en ese sentido. En Usurbil la basura que se envía a vertedero ha bajado de 334 kilos/hab./año a 64,5 kilos/hab./año. Si extrapolamos los datos de Usurbil a Gipuzkoa, vemos que Gipuzkoa produce alrededor de 234.000 toneladas de basura por año. Pues bien, con el sistema puerta a puerta reduciríamos esa cantidad a 45.000 toneladas/año. En cambio, si las hubiéramos enviado a la incineradora en ese mismo periodo tendríamos 70.000 toneladas de escoria y cenizas tóxicas. Esta simple comparativa entre el puerta a puerta y la incineradora sirve para concluir que con la incineradora necesitamos un vertedero el doble de grande que con el PAP.

La conclusión es evidente. Puestos a admitir que con los dos sistemas necesitamos un vertedero, supongo que será mejor tener uno pequeño que uno grande. Supongo que será mejor tener uno que no contamina que uno altamente tóxico. Y, sobre todo, supongo que es infinitamente mejor tener un vertedero sólo, que no un vertedero junto a una planta incineradora. El PAP nos da todo eso. Evita la incineradora, que es lo más importante, y reduce la dimensión y la peligrosidad del vertedero.

Lo más interesante del PAP no son sus resultados. Lo más interesante es que nos obliga a repensar como civilización la relación que queremos mantener con nuestro entorno. No como personas aisladas, sino como sociedad, desde lo cotidiano y desde lo viable. No es suficiente con comparar los dos sistemas de gestión de residuos, la incineradora o el PAP. Nos conviene ir más allá y comparar sus diferentes perspectivas.

El PAP es el abono y el agua. Es la esperanza de una nueva ciudadanía. Es el instinto de supervivencia. Tratar de reencontrar el equilibrio perdido. Es levantarte por la mañana y sentirte bien porque sabes que lo estás haciendo bien. La incineradora, por el contrario, es el negro humo. Es la escoria y las cenizas. Es la enfermedad, el maldito cáncer y la leucemia. Es que nos levantemos por la mañana y nos cueste respirar. Es temer por dónde soplara el viento. La incineradora es encender el fuego y no poderlo apagar porque, como cuando nos llevan al infierno, no tiene marcha atrás. En definitiva, una incineradora en Gipuzkoa supone no tener otra opción que seguir haciendo las cosas mal.

El PAP tampoco es el punto final. Es un paso en el camino. El gran objetivo es el «residuo cero». ¿Por qué no invertir los 400 millones destinados a construir la incineradora a este objetivo? El mundo necesita nueva tecnología para reciclar materiales que por ahora no sabemos cómo reciclar, como los pañales o la cerámica. El mundo también necesita una nueva tecnología para ir vaciando los vertederos que hemos llenado y aprovechar los materiales allí enterrados. Si fuéramos capaces de producir esa tecnología podríamos aspirar a una Gipuzkoa sin residuos. También podríamos exportarla y venderla a otros países. Invertir en un programa de residuos cero es una inversión rentable como sociedad, tanto desde un punto de vista de la salud como desde un punto de vista económico.

Como decía Errekondo en el escrito que pedía una moratoria de 6 años para el programa de incineración, el referéndum de hoy es la guinda de una hoja de ruta elaborada pacientemente. El PAP debe ser la tierra fértil con el que entre todos enterremos la incineradora. Hoy es un día solemne porque hoy comienza el funeral, que se prevé largo, de la incineradora. Cada voto a favor del PAP es una palada de tierra compostada más que caerá sobre su tumba.

Hay cada vez más gente apoya la petición de moratoria. Nuestro deber como guipuzcoanos es acompañar a la Diputación a que adopte libremente esa decisión. No se trata de un enfrentamiento, porque comprendemos la dificultad que supone para cualquier político tomar esa decisión. Por un lado, el PAP es un dato nuevo para todos. Pocos esperaban un éxito tan rotundo y el excelente retrato de la ciudadanía que ha presentado. Por otro lado, dar una moratoria supone asumir una gran responsabilidad frente a la ciudadanía. Por eso pienso que el puerta a puerta también supone una oportunidad de oro para la Diputación.

Hoy en Usurbil ayudar a la Diputación a que se decida a dar la moratoria significa votar a favor del PAP. Hoy en Hernani y Oiartzun ayudar a la Diputación significa apoyar la implementación del PAP. Y hoy en Zarautz, Irun o Anoeta ayudar a la Diputación significa estar atentos a los cambios y no dejar pasar ninguna oportunidad para mostrarnos como los ciudadanos responsables que aspiramos a ser.

Imprimatu 
Gehitu artikuloa: Delicious Zabaldu
Igo