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CRíTICA cine

«El solista»

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Mikel INSAUSTI

Una historia de amistad entre corazones solitarios en la gran ciudad, que vencen sus diferencias para acercarse el uno al otro a través de la sensibilidad artística, no consigue emocionar por culpa del conservadurismo del director Joe Wright. El inglés debe su fama a las adaptaciones literarias de época, pero al desembarcar en Hollywood para llevar a la pantalla un texto contemporáneo queda al descubierto su nulo sentido crítico con respecto a las barreras e injusticias sociales más inmediatas. El modo en que ilustra los problemas de los indigentes, cuya situación de desamparo y marginación se ve agravada por la falta de tratamiento adecuado a sus dolencias físicas y mentales, es tan superficial e inoperante como el de cualquier reportaje televisivo. Lo grave es que se supone que quiere tomar el punto de vista de un columnista, de alguien que llama la atención de los lectores de diarios sobre los denominados «invisibles», los pobres de solemnidad en los que nadie se fija. No acierta, sin embargo, a denunciar la sordera general que impide a los ciudadanos de Los Ángeles, seguramente porque la mayoría no se bajan de su coche, pararse a escuchar las interpretaciones de un genial e incomprendido músico callejero.
 
Nada hay de negativo o fallido que achacar al duelo interpretativo entre Robert Downey Jr. y Jamie Foxx, en los respectivos papeles del periodista solidario y el concertista vagabundo, porque no cuentan con una dirección a la altura de sus entregadas caracterizaciones. Es una pena que tanto esfuerzo caiga en saco roto, y que no hayan obtenido los premios con que soñaban cuando comenzaron el rodaje. Ellos intentan profundizar en una relación personal que no contagia al espectador la pasión que ambos comparten por la música clásica, debido a que Joe Wright convierte una sinfonía de Beethoven en un horterísimo espectáculo de luminotecnia que emula con mucho desfase al Kubrick de “2001”, cuando no suelta palomas al viento por las enloquecidas autopistas angelinas.
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