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Gloria LATASA | gloriameteo@hotmail.com

Geoingeniería

El sensacionalismo en la información meteorológica nos lleva a ver cosas en televisión como un diálogo de reportera de calle con dos mujeres en la Cataluña nevada. Cogidas del brazo y escasamente abrigadas, las que van a ser entrevistadas se empeñan en caminar sobre la superficie helada. Al abordarles la locutora, la pregunta es obligada: ¿Está peligroso, verdad, caminar con este hielo en la calzada?

Noticias de tanto «calado» hacen que perdamos el interés cuando verdaderamente hace falta. Sólo eso puede explicar que el aviso de nevadas no animara a mucha gente a quedarse en casa y las carreteras se colapsaran, o que con la reciente ciclogénesis explosiva muchos continuaran con sus ocupaciones habituales y fueran incapaces de anular sus actividades al aire libre, aún a pesar de que una alerta roja así lo aconsejara.

En el mismo programa alguien contaba que ya habían dicho que se tuviera cuidado pero que todo el mundo había salido a la calle a pesar de lo anunciado. Luego está el lío ese de si han avisado poco o si ha sido demasiado. ¿Acaso esperamos que los avisos los emita algún Ser Superior? Porque, si no es así, si son los meteorólogos, habrá que aceptar que jueguen con márgenes en el espacio, en el tiempo y en la intensidad de lo que se esperaba.

Y mientras nosotros seguimos mirando a otro lado, hay quienes llevan años experimentando con procedimientos para provocar la lluvia, evitar las sequías o minimizar el tamaño de las granizadas. Pero, aunque no están claros los daños «colaterales» de técnicas tan depuradas, hay quienes quieren ir más allá y reducir el albedo del planeta, fertilizar los océanos con hierro o instalar espejos gigantes frente al Sol, aplicando la Geoingeniería, una ciencia nueva y muy arriesgada.

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