Comentamos en días anteriores el chasco que se han llevado los más ardorosos columnistas del nacionalismo hispano con la reacción francesa al tiroteo de París.

Ayer, en «Abc», Angel Puerta se lamentaba una y otra vez porque «los grandes rotativos galos, y algunos otros europeos, se siguen resistiendo a llamar a las cosas por su nombre. Tras el crimen de los terroristas, acudieron a sus habituales eufemismos: `movimiento separatista vasco', `organización vasca', `militante vasco'. Y lo mismo, agencias tan poderosas como France Press o Reuter. La propia Asociación Francesa de Víctimas del Terrorismo denunciaba hace unos días `la ausencia de reacción de la sociedad civil' en Francia tras el asesinato del gendarme». Vaya, vaya, así que hay vida más allá de los límites del imperio.

Constata Puerta que «Sarkozy se ha mostrado contundente pero su contundencia contrasta con la indolencia social y hasta intelectual francesa». El hombre llega a la desolación porque «ni siquiera esta primera víctima mortal parece haber convencido a los medios de comunicación del país vecino de que el terrorismo etarra es también un `problema' francés. Un problema que se les puede enquistar si esa buena parte de los medios de comunicación y de la opinión pública francesa se empeñan en seguir considerando `movimiento independentista vasco' a lo que es una banda terrorista».

Y tras su insistente crítica a la prensa francesa, para animar a los franceses, les recuerda que «en el imaginario nacionalista vasco siempre ha estado la anexión de territorio francés. Así lo llevan plasmando en su ideario, sus escritos y sus mapas de conveniencia prácticamente desde que el nazi Sabino Arana se inventara el `Estado Vasco' hace apenas cien años». Olvida Puerta que, por ejemplo, los cuatro pelotaris que competirán en la final del Parejas, vecinos de ambos lados de la muga sólo pueden comunicarse en euskara, que es su lengua. Porque son vascos. Los del norte y los del sur del Bidasoa. Y eso no lo inventó Sabino Arana.