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Gerónimo Barren geronimobarren.wordpress.com

El extranjero y Eunate «amejorado»

La voz Eunate me recuerda que sobre tal toponimia y territorio trufados de vascuence germinó el fuero como una forma de ser, un acto de afirmación que acaso hoy se llamara madurez y visión de futuro y que cuajó en el reyno de referencia que aún nutre nuestro prestigio

Me pregunto si para el extranjero con el que cruzo apenas un saludo de viajero a viajero, Eunate significa algo más que un hito en el Camino. Me resisto a llamarlo peregrino porque en un rincón de claustro y de sol manipula el portátil, y yo no entiendo el peregrinar más que como un viaje de tránsito y soledad interior en el que lo exterior y la geografía tan sólo es referencia. Pero tampoco es un turista al uso, al decir de su ropa de combate.

Surge algún problema con el término Eunate, que su portátil no porta y su diccionario english-spanish no recoge. No sé si el folleto de Príncipe de Viana traduce la acepción o trabaja por zonas lingüisticas y aquí no toca. Estas cosas es lo que tiene: planificas en despacho y la ínclita toponimia se resiste.

Pero volvamos a Eunate y su algo más que bordón caminero. Con Ujué, Roncesvalles, Comptos, Obanos a la vista, Javier y otros que tal, seguro que censados en algún catálogo monumental, surgen de una época con una mezcla de mística y milicia que conformó la Navarra de aquel tiempo, un pasado al que se le «desmochó torres y fueros» según dijo, antes más, el poeta. Acaso esto explicara por qué no se emplea el euskara en la zona, ni en la intimidad ni en el uso diario. La voz Eunate me recuerda que sobre tal toponimia y territorio trufados de vascuence germinó el fuero como una forma de ser, un acto de afirmación que acaso hoy se llamara madurez y visión de futuro y que cuajó en el reyno de referencia que aún nutre nuestro prestigio.

De qué se habla cuando se habla del «desmoche» es una antigua cuestión. Y si se publica una, y Nueva, Historia de Navarra, uno cree que resolverá tan antigua cuestión, pero ni por esas. Tampoco plantea si las incapacidades propias legitiman invasiones ajenas, tema sobradamente interesante para un historiador. Y si, perdida la capacidad de decisión, hay Historia, o simplemente el «devenir» deviene en peripecias y «susedidos», un «pasar», con algún estallido de violencia por sentimientos soterrados de ocupación que no encuentran su cauce. Algún día tocaré la cuestión, desde la psicología, de la huella que la depresión por la derrota y la pérdida de la independencia pudo dejar en el carácter navarro. También entraríamos a evaluar ese «pactar», eternamente morganático. Esa voz, siempre intermediada. La Europa actual que contempla Navarra, de naciones agotadas cuyo proyecto no ilusiona porque ya lo han dicho todo. Reencontrar el turno creador, la raíz creadora de los pueblos emergentes que, en origen, la conformaron. ¿Qué es: cosmovisión, etnocentrismo, cosmoetnovisión, viceversa? ¿O es un «quiero» que brota de una forma de ser sin redención posible? Temas todos, euskara incluido, ya tratados en anteriores artículos accesibles en mi blog.

Cuando quiero repensar el asunto de esa Comisión de Amejoramiento que, a día de hoy, aún no ha presentado su trabajo y de tan discreta parece secreta, suena el móvil del viajero arruinando mi línea argumental y de paso el silencio del claustro -imperdonable- y su rol de anacoreta. Quizás, en inglés gutural de allende mares, explique a esa voz que le vincula y rompe su soledad lo muy extranjero que se siente cuando el nombre del poema de piedra en que se halla no aparece en portátil, sinónimos ni léxicos varios. Como decía de la Comisión, no comprendo ese silencio. El Fuero es un espacio transitado por las figuras navarras más preclaras de su historia. Para bien o para mal. Habrá un listado de esas gentes, seguro, pinchando alguna web, pero no aportaría gran cosa en lo esencial. Tampoco del trabajo espero nada, en la mejor tradición de amejorar algo para que nada amejore y lamentarse treinta años después, actitud y lenguaje que entiendo tan escasamente como la charleta del peregrino cibernético, pero lo cierto es que, como ella, me desplaza del Eunate amejorado y del claustro, y me conmina a reasumir mi condición de viajero, moviéndome sobre el fondo de valle que recorre el Camino: más extranjero aún que el extranjero.

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