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El obligatorio nuevo carné del atleta popular nace como una iniciativa bastante impopular

El denominado DNI del atleta popular, que según sus impulsores nace para preservar la seguridad del corredor, se ha encontrado con la oposición de muchos de los organizadores de carreras multitudinarias que acusan a la Federación Española de hacer caja con lo que ya hay.

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Miren SÁENZ

El próximo 1 de abril comenzará a funcionar el carné del corredor de forma gratuita, aunque a partir del 1 de noviembre será obligatorio previo pago de 9 euros que se abonarán anualmente. El documento será imprescindible para participar en las pruebas incluidas en el calendario de la Federación Española de Atletismo (RFEA) y básicamente cubre un seguro médico y otorga una serie de servicios en la línea de planes de entrenamiento o consejos de nutrición, además de descuentos en tiendas y servicios por medio de un sistema de fidelización, obtención de puntos al estilo «Travel».

La iniciativa de la RFEA no ha sentado bien en gran parte de las organizaciones de las carreras más populosas de Euskal Herria, incluidas en el calendario, que la consideran una medida precipitada y recaudatoria para no aportar nada nuevo. El ex obstaculista Luis Miguel Martín Berlanas, al frente del proyecto, y José Luis de Carlos, director general de la Española, se reunieron a finales de febrero con algunos de los responsables de las principales pruebas de Gipuzkoa como la Behobia-Donostia o el medio maratón Azkoitia-Azpeitia, entre otras, y sus propuestas no convencieron.

Se trata de carreras consolidadas como la Behobia, con 45 ediciones a sus espaldas. Organizada por el Fortuna, un club que pronto comenzará a celebrar su Centenario y lleva cerca de cinco décadas en contacto directo con el deporte popular, cumpliendo los requisitos del seguro de accidentes individual para los deportistas y el de responsabilidad civil y publicando consejos de interés para sus inscritos. En 2009 fueron 18.444.

«Tal y como han planteado el proyecto nosotros les dijimos que no íbamos a participar. Cobras la inscripción por una serie de servicios -30 euros en la próxima edición- y otros 9 euros a santo de qué. No vamos a hacer de recaudadores de la Española. A nosotros hacer el seguro a cada corredor nos cuesta 50 céntimos y ellos pretenden cobrar 9 euros», explicaba Iñigo Etxeberria, coordinador de la cita del segundo domingo de noviembre, que admite que en todo caso debe de ser una medida voluntaria para aquellos que consideren que pueden beneficiarse del invento y no una imposición general.

Y es que el abanico del «correr por correr» es amplio y variado, con participantes asiduos o eventuales, que en algunos casos sólo hacen una carrera y que en el caso de la Behobia, por ejemplo, cuenta con una alta participación del Estado francés. En el Fortuna, como en otras organizaciones, no le ven fundamento y tampoco formas de aplicación: «Para nosotros sería una locura». Etxeberria lo define como una especie de «licencia B. Te obligan a sacarte el carné y es cobrar un canon por nada. Ya se ha hecho el cálculo, unos 280.000 atletas podrían verse afectados. De paso, se apropian de una base de datos impresionante», afirma.

Nuevos ingresos

Tampoco se les escapa que la Española, que esta temporada ha sufrido recortes en su presupuesto en torno a un 15%, necesita nuevas fuentes de ingresos. «Están en crisis. Tienen que sacar pasta de algún lado y se les ha ocurrido acceder a todo este movimiento de las carreras populares». Desde las organizaciones de las pruebas en ruta les llueven las críticas: «Siempre se han dedicado a la élite del atletismo, a sus medallas y a los populares no les tenían en consideración. Cuando se acercan lo hacen así: tantos practicantes, tanto les voy a cobrar. Sin ninguna contraprestación. Las federaciones están acostumbradas a cobrar licencia y aunque figuren en el calendario ellos no las organizan, no hacen el esfuerzo. Esto lo hacemos nosotros. A éste proyecto ya le han asignado 600.000 euros antes de empezar. Piden mucho y no ofrecen nada».

A la espera de una reconsideración del asunto, si ésta no se produce algunos de los organizadores, también a nivel del Estado español, podrían plantearse salir del calendario de la RFEA. Sus pruebas sobrevivirán igual, aunque quizás sin la presencia de corredores becados por la Federación Española si a la entidad le da por aplicar ese artículo del reglamento que prohibe a sus subvencionados tomar parte en pruebas que no figuran en su hoja de ruta.

 

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