Uno de los comunicados de Askatasuna informando sobre la evolución de la operación policial de ayer remarcaba que le constaba que eran ocho las personas detenidas pero que, por lo que «algunos medios españoles indicaban», la lista podía ser más larga. Y es que «generalmente suelen ser los primeros en ser informados». Por las famosas «fuentes policiales», se entiende.

No le falta razón al organismo antirrepresivo. Cualquier observador aficionado que bucee en los diarios digitales o hojee las páginas de los principales diarios estatales puede, fácilmente, comprobarlo.

Esta especie de sinergia entre los servicios policiales y determinados medios de comunicación no se limita a ser avisados antes que nadie -muchas veces, incluso, antes que la familia de los afectados- sino que puede llegar a preceder (¿o habría que decir predecir?) los hechos.

El domingo, el diario ``Abc'' abría su edición con un titular llamativo: «Así es la red de ETA en Francia». A lo largo de dos páginas repasaba lo que definía como «extensa red civil que va desde herrikos a negocios tapadera», los ligaba con la organización armada, y ofrecía nombres, fotografías, direcciones de locales y establecimientos hosteleros que aparecerían en un informe policial francés, fruto de «años de investigación».

El artículo, imbuido de un arrogante tono asesor sobre lo que podría (o debería) hacer Sarkozy, apuntaba asimismo a que la Policía francesa «busca pruebas para la implicación» de estas estructuras con los ataques a intereses inmobiliarios o segundas viviendas residenciales. No sólo eso. Afirmaba que, tras la muerte del policía en Dammarie-les-Lys, «las autoridades de París se aprestan a combatir frontalmente a la Batasuna francesa».

No es que a Sarkozy le falten recursos para demostrar su capacidad de reacción, aunque a veces la premura para probarlo hace que meta la pata, como ocurrió con los bomberos catalanes de visita en París. Con la operación de ayer se pretende mostrar resultados pero, en realidad, es un capítulo más de la ya manida «investigación sobre los ataques a objetivos inmobiliarios» que, no por repetitiva, deja de ser grave para los jóvenes detenidos, sus familias y el movimiento abertzale, que en última instancia es el objetivo de la ofensiva jurídico-policial.

Es evidente que también París tiene siempre «algo en reserva» para estos casos. Pero, si le faltasen ideas, «siempre les quedará Madrid». A.M.