Ataque contra la policía en Daguestán
Un segundo atentado obliga a Rusia a fijar la vista en el Cáucaso Norte
Coincidiendo con el entierro de las víctimas de los atentados en el metro de Moscú, reivindicados oficialmente por la insurgencia islamista caucásica, un nuevo ataque suicida, que dejó una docena de muertos en una comisaría en Daguestán, encendió nuevamente todas las alarmas en Rusia. El Kremlin ha decretado la alerta máxima tanto en la capital como en todo el territorio de la Federación rusa y ha llamado a la población a no ceder al pánico.
GARA | MOSCÚ
El mismo día en que comenzaban a enterrar a los 41 muertos del doble atentado suicida del lunes en el metro de Moscú, los rusos se vieron obligados a mantener fija la vista en el Cáucaso Norte tras un nuevo ataque mortífero contra la Policía, esta vez en Daguestán, república vecina a Chechenia.
La comisaría de la localidad daguestaní de Kizliar fue el objetivo de dos atentados, también suicidas, con bomba, que dejaron un saldo provisional de doce muertos, la mayoría agentes y entre ellos el jefe del centro policial, Vitali Vedernikov.
La primera explosión fue provocada a primera hora por un coche bomba (de la marca Niva) que estalló al paso de un vehículo de transporte policial. La potencia de la deflagración fue equivalente a 200 kilos de TNT.
Veinte minutos más tarde, un kamikaze con uniforme de oficial de Policía se hizo explotar en el mismo lugar justo cuando los investigadores examinaban el terreno para buscar pistas.
Los atentados se produjeron a unos 300 metros de las sedes de las tropas de Interior (las temidas OMON) y de los servicios secretos rusos (FSB, antes KGB).
Reivindicación oficial
Horas después de este nuevo ataque, el líder de la coalición armada Emirato del Cáucaso, Doku Abu Usman, alias de Doku Umarov, reivindicó los atentados suicidas en las estaciones de metro de Lubianka y del Parque de la Cultura, que dejaron un saldo de 41 personas muertas.
En un vídeo colgado ayer en la web de la insurgencia norcaucásica, el antiguo comandante guerrillero checheno -hoy reconvertido en líder de la rebelión de corte islamista pancaucásico- asegura que ordenó personalmente los atentados de Moscú y advierte de que habrá más ataques en suelo ruso. Umarov ya alertó en febrero de que «nuestras ciudades y pueblos van a dejar de ser los únicos en ser bombardeados».
El FSB imputa los atentados a dos mujeres kamikazes que formarían parte de un grupo de una treintena de viudas negras a las órdenes de Said Buriatski, nombre de guerra de Alexandr Tijomirov, muerto a principios de mes en un bombardeo a la aldea ingush de Archti. Umarov situó los atentados contra el metro como venganza por las víctimas de este ataque. Tijomirov, convertido al Islam, era oriundo de Buriatia (Siberia).
De Buriatia a Georgia
El jefe del FSB, Nikolai Patruchev, evocó ayer una pista georgiana. «Tenemos información de que los servicios secretos georgianos están en contacto con terroristas». Moscú acusa a Tbilissi de ofrecer refugio a combatientes caucásicos en el valle de Pankisi, fronterizo entre Chechenia y Georgia.
Llamada a no ceder al pánico
El presidente ruso, Dimitri Medvedev, vinculó los dos ataques y señaló que su objetivo es «desestabilizar la situación en el país y extender pánico en la población. Pero no lo permitiremos», aseguró. «Todo esto son eslabones de una misma cadena, manifestaciones de un terrorismo que en los últimos tiempos ha conseguido que se hable de él en el Cáucaso», señaló.
El ataque en Daguestán tiene lugar cuando todo el territorio de la Federación rusa está en alerta máxima. La presencia policial se ha triplicado en Moscú y las medidas de seguridad van más allá de sus fronteras, concretamente en el cosmódromo ruso de Baikonur, en Kazajistán, donde una nave Soyuz tiene previsto despegar mañana.
Daguestán es el principal bastión islamista del Cáucaso Norte. Albergó en el verano de 1999 una insurrección armada local, apoyada eso sí por un comando checheno liderado por el desaparecido Shamil Basayev, que fue utilizada por el Kremlin como excusa para invadir Chechenia.
La mayor república norcaucásica (2,5 millones de habitantes) es hoy, junto con Ingushetia, el principal foco de oposición armada a Moscú. El antecesor de Nurgaliev, Adilgerei Magomedtagirov, murió en un atentado en junio de 2009.
Los ataques a responsables locales prorrusos, los atentados suicidas y los enfrentamientos en la capital, Majachkala, se han convertido en casi cotidianos en los últimos meses. Con todo, el ataque de ayer es el más mortífero desde 2002.
Los valles de Daguestán e Ingushetia -y en menor medida las otras repúblicas norcaucásicas- han tomado el testigo de Chechenia, controlada por el puño de hierro del sátrapa Ramzan Kadirov.
El Kremlin siempre ha dominado Daguestán, cuya historia se remonta al siglo VII a J.C., enfrentando entre sí a su treintena larga de etnias. Medvedev nombró en febrero como presidente a Magomedsalam Magomedov, de la etnia kumyk, la tercera en población tras los avaros y los darguinos. El cuadro se completa con una compleja estructura clánica y con el creciente peso del wahabismo (versión rigorista del Islam) que ha superado al sufismo, tradicional en el Cáucaso y que tiene su centro espiritual en la ciudad daguestaní de Derbent. GARA