Tras el revés electoral y su caída en los sondeos, el presidente francés, Nicolas Sarkozy, ha visto cómo uno de los pilares de su acción política, la limitación de los impuestos a los más ricos, ha sido cuestionado en el propio seno de la mayoría de derecha.

Fue el ex primer ministro Alain Juppé quien encendió la mecha el martes, afirmando que «habría que preguntarse sobre la conveniencia del escudo fiscal», un dispositivo que reduce los impuestos al 50% de los ingresos de un contribuyente.

«Lo que sería conveniente es que se pidiera a los más ricos que hicieran un esfuerzo de solidaridad suplementario hacia aquellos que sufren por la crisis», señaló Juppé, en un momento en el que la prioridad es reducir el déficit. Juppé ha manifestado que se presentará a las presidenciales de 2012 si Sarkozy se retira.

La oposición al escudo fiscal, hasta el momento muy minoritaria, está ganando posiciones después de la derrota de la derecha en las elecciones regionales del 14 y el 21 de marzo. Incluso el presidente del grupo parlamentario de la UMP en la Asamblea Nacional francesa, Jean-François Copé, conocido como uno de los más feroces defensores del escudo fiscal, ha señalado que ahora no tiene una posición definitiva sobre esta cuestión.

Desde la derrota electoral, los electos derechistas no dudan en criticar abiertamente la política económica del Gobierno, considerada mala por el 70% de los franceses, según un sondeo.

«Hasta ahora nadie se atrevía a hablar del escudo fiscal. Hemos recuperado un poco la libertad de expresión», se felicitó la diputada Valérie Rosso-Debord.

Tras la derrota electoral, los diputados han logrado ya el abandono de la tasa carbono, un proyecto estrella de Sarkozy que tenía como objetivo introducir beneficios fiscales desde el punto de vista ecológico, pero que era muy impopular.