Un dibujante argentino de nombre Diego Parés publicó en 2008 un libro titulado «La esperanza fue lo último que se perdió». En el caso del Caja Laboral Baskonia ya habrá tiempo para la impotencia y el humor negro si queda apeado de la Euroliga, pero es que a falta de mejores argumentos, al cuadro baskonista le queda la esperanza.

Una esperanza reavivada gracias a la trabajada victoria del pasado martes. Un triunfo basado en el trabajo en defensa que, aprovechándose de unos porcentajes muy bajos en las estrellas del CSKA de Moscú, ha servido para retroalimentar las ilusiones de una familia baskonista que empieza a ver algo de luz y es consciente de que su equipo nada tiene que perder.

«Hicimos un gran trabajo atrás, con todos los jugadores implicados, intentando que ellos no estuvieran a gusto. Y es que nosotros en ningún momento dimos la eliminatoria por perdida y lo demostramos en el campo», declaraba tras el tercer partido Tiago Splitter.

«Va a ser otra guerra»

No obstante, la renacida esperanza no puede ni debe cegar a nadie. El CSKA de Moscú tiene calidad de sobra para imponerse esta tarde, si es que los de Ivanovic no aprietan tanto, o más, en la retaguardia. Así, el propio Splitter declaraba que «hay que ir partido a partido si queremos ganar la eliminatoria, pero sabemos que el CSKA vendrá más duro todavía y por ello debemos dar otro paso más, porque el partido va a ser otra guerra».

Mientras, Pashutin, el técnico moscovita, anunciaba que «debemos estar listos para otro partido muy físico, algo esperable cuando te enfrentas a un equipo que se halla contra la pared».

Para preparar lo mejor posible el cuarto partido, la plantilla gasteiztarra, que estará al completo en espera de la evolución de Pau Ribas y Lior Eliyahu, se concentraba ayer en el Parador de Argomaniz.

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