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Análisis | Sobre la crisis del sistema financiero

A por las cajas

El cadáver más apetecible de todos es el de las cajas de ahorros, que controlan aproximadamente la mitad del mercado financiero en el Estado español

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Isidro ESNAOLA Economista

Los movimientos que se observan en el sistema financiero del Estado español llegan en un momento en el que los excesos cometidos durante la burbuja inmobiliaria empiezan a pesar y auguran cambios profundos que fortalecerán a los grandes bancos a costa, sobre todo, de las cajas de ahorros.

En la década de los 80 el Banco Santander subió los tipos de interés que pagaba por los ahorros de la gente con el fin de conseguir más clientes o, como dicen los economistas, aumentar su cuota de mercado. Eso provocó una reacción del resto de bancos y cajas, y se desató una encarnizada lucha que se llamó «guerra por el pasivo». Un nombre que refleja la virulencia de la lucha y que cambió completamente el mapa bancario en el Estado español. De los grandes bancos de entonces hoy ya sólo quedan dos, el resto fueron engullidos.

Pues bien, parece que el Santander vuelve a las andadas. Sin mucho ruido, ha empezado a ofrecer el 4% a la gente por sus ahorros, cuatro veces más que el precio oficial del dinero. Sin embargo, ahora la situación es completamente diferente por varias razones. En primer lugar, los bancos suelen dejarse dinero entre ellos a corto plazo para solucionar la falta de dinero líquido que puedan tener; es lo que se conoce como mercado interbancario. Tradicionalmente han sido las cajas las que ofrecían dinero en este mercado y los bancos los que lo compraban. A día de hoy, además de moverse muy poco dinero, la situación es la contraria: prácticamente el Banco Santander es el único que ofrece dinero y el resto son los que lo compran. Así que, si los bancos y cajas necesitan dinero contante y sonante dependen del Santander.

Otra vía para conseguir dinero son las subastas de repos, en las que un banco o caja que necesita dinero líquido consigue un préstamo poniendo como aval normalmente deuda del Estado. Pues bien, los bancos y cajas españoles no consiguen gran cosa por este método ya que los inversores internacionales no se fían, una de dos, de la situación real de bancos y cajas o de lo que ofrecen como aval, la deuda pública española; o de ambas cosas a la vez, ni de la situación de los bancos ni de la deuda del Estado que se ofrece como garantía. La marca «España» cotiza a la baja en el ámbito internacional.

Así que, si a algún banco o caja le hace falta dinero, lo tiene muy difícil para conseguirlo en los mercados internacionales, difícil en el interbancario y, si además el Santander empieza a quitarle clientes, lo único que le va a quedar es el Banco Central Europeo. Y esto, por poco tiempo, porque ya están pensando en terminar con el reparto del dinero gratis que ha habido hasta ahora. Y siempre vigilante está el Banco de España, que al menor desbarajuste intervendrá.

Botín ha elegido el mejor momento para hacer una demostración de fuerza y apretar las tuercas a todo el sistema bancario. Esta nueva guerra puede terminar con el campo de batalla cubierto con los cadáveres de aquellos bancos y cajas que mayores desaguisados perpetraron durante la burbuja inmobiliaria.

De todas formas, el cadáver más apetecible de todos es el de las cajas. Y es que en el Estado español las cajas controlan aproximadamente la mitad del mercado financiero. Además, por su carácter especial -son entidades semipúblicas que están gobernadas por las instituciones, los trabajadores y los clientes- el capital privado no tiene, a día de hoy, manera de hacerse con el control de las mismas.

Hace ya tiempo que las cajas perdieron la filosofía que animó su creación y que no era otra que la de ofrecer servicios bancarios a las clases trabajadoras. Como no tenían afán de lucro, los beneficios que obtenían los dedicaban a mantener una obra social que permitía a las clases populares obtener bienes y servicios que de otra forma difícilmente hubieran disfrutado. De aquel espíritu altruista que animó a los impulsores de las cajas sólo queda la obra social, que para «adecuarse a los tiempos» se ha convertido en una forma distinta de hacer campañas de marketing.

A mi entender, el problema con las cajas no está tanto en lo que hagan con la obra social como en la evolución que ha habido en la estructura de negocio: desde aquel espíritu de fomentar el ahorro de las clases populares y ofrecer servicios bancarios pasaron a cobrar por tener una cuenta, luego por realizar cualquier tipo de transacción y a día de hoy cobran ¡hasta por darte cambios! ¡Mal tienen que estar las cosas!

No sólo eso, puesto que, por ejemplo, si un joven tiene una idea para un proyecto y quiere financiación, ya puede ir con el aval de sus padres; si no hay propiedad que avale el crédito, nada de nada. ¿No se crearon las cajas para ofrecer servicios a las clases populares? ¿Qué clase de aval pueden ofrecer los trabajadores? ¿No sería más lógico valorar los estudios o la idea en sí? Con los jóvenes, ya se sabe, un crédito es una operación de alto riesgo. Invertir en Lehman o en los fondos que manejaba Mardoff, eso es todo seguridad y solvencia.

Las cajas también se han hecho de oro con el negocio inmobiliario que ha crecido con la burbuja. Financiaban la compra de viviendas, la venta, financiaban a los promotores y todavía les ha quedado tiempo para hacer algunos dineros especulando con el suelo con la inestimable ayuda de las instituciones -ayuntamientos y diputaciones-, que para eso son las que mandan en las cajas. Eso sí, si vas a pedir un crédito para comprar una vivienda, además de hipotecarla, lo que debería ser suficiente, tienes que demostrar que tienes un sueldo y, en algunos casos, tienes que llevar hasta avalistas.

De las cajas fue también otra aportación a la burbuja inmobiliaria: el invento, en 2005, de los créditos hipotecarios a 50 años. Y es que para entonces estaba todo tan inflado que no había forma de vender y la burbuja podía estallar; había que alimentarla como fuese. ¿Dónde se cambió aquello de ayudar a las clases populares por entramparlas y exprimirlas al máximo?

De aquellos barros estos lodos. Cuando la burbuja pinchó, problemas para las personas que están hipotecadas y problemas para las cajas y bancos que quisieron abarcar tanto que ahora se les escurre todo entre los dedos de la mano. Y el Banco Santander viene a quedarse con el botín. Veremos qué ocurre con las cajas vascas. No es un problema de tamaño, como quieren hacernos creer, sino de filosofía: o competir con los bancos, que están en otra división, u ofrecer servicios útiles a la clase trabajadora.

Estos días ha dimitido el presidente de la CECA, la asociación de cajas de ahorros del Estado español. Parece que después de la limpia que hará este año el Santander, el que viene cambiarán la ley y para eso necesitan a otro presidente. Hace tiempo que nos quitaron las cajas los que han estado gestionando las instituciones durante los últimos 30 años. Nos las quitaron de hecho y ahora quieren quitárnoslas también de derecho.

AHORROS

El trozo de la tarta que controlan las cajas de ahorros es muy suculento para el capital privado. Las cajas controlan el 51% de los ahorros, más de la mitad del total; las cooperativas de crédito solamente un 0,34% y el resto, los bancos.

Deudas

En el conjunto del sistema financiero del Estado español este año vencen deudas por un valor de 78.000 millones de euros. Es probable que algunos bancos y varias cajas tengan muchos problemas para volver a financiar su deuda.

frob

El Fondo de Reestructuración y Ordenación Bancaria (FROB) es el instrumento que ha creado el Gobierno del PSOE para reorganizar los bancos y cajas con problemas. Tiene 9.000 millones aportados por el Estado y por el Fondo de Garantía de Depósitos.

ayudas

Las ayudas del FROB son al 7,75% de interés el primer año. Si en el plazo de cinco años no se devuelven, se convierten en acciones con derechos políticos que se podrán vender en el mercado, abriendo así el camino a la privatización de las cajas.

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