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Fede de los Ríos

Una pena lo de Garzón

Los fascistas se dieron una amnistía y socialdemócratas y autonomistas ávidos de sillón les rieron la gracia. Eso fue, queridos niños, la modélica transición democrática española

Hoy conmemoramos a Santa Amalberga que, paradójicamente, a pesar de su nombre murió virgen. Entera, como se decía antes. Y eso que era solicitada por Carlomagno, aquél emperador que pinchó en Roncesvalles con un grupo de vascones tozudos y malencarados. Así que algo nos une con la tal Amalberga. Ella no tragó con el hijo de Pipino el Breve y a una parte del imperial ejército con su sobrino Roldán al frente, nuestros antepasados les dieron bacalao. Como somos medio bobos, por no decir enteros, erigimos un monumento en Roncesvalles a su memoria y no a la nuestra. Debe ser cosa del Alzheimer esta generosidad que derrochamos con el enemigo.

Ahora nos piden solidaridad con Garzón. Baltasar quiere sopitas. Sus compañeros de la judicatura pretenden descabalgarlo por remover algunos de los crímenes del nacional-catolicismo español. Un correo electrónico de Amnistía Internacional solicita mi apoyo para con el más grácil y elegante magistrado de la Audiencia Nacional. Es curioso que no me haya llegado nunca ninguna solicitud de la loable ONG ante los infames macrojuicios por él instruidos y las injustas y desorbitadas condenas por él impuestas sobre la disidencia vasca. O por el cierre de periódicos por él solicitados. O el cierre de sus oídos ante los relatos de torturas en las comisarías sufridos por jóvenes detenidos. O la ilegalización de organizaciones políticas.

Ahora los demócratas de la España afirman que resulta insólito que La Falange pueda llevar ante un tribunal a Garzón por investigar y ordenar la exhumación de cadáveres enterrados en cunetas y tapias de cementerios. A la Falange le costó su trabajo el enterrarlos después de asesinados, lógico es que les moleste ver que una de sus labores no sirvió para nada.

Para eso fue la Ley de Amnistía de 1977. Todos los partidos de Las Cortes, a excepción de Alianza Popular y Francisco Letamendía, la apoyaron. En su artículo primero quedan amnistiados «Todos los actos de intencionalidad política, cualquiera que fuese su resultado, tipificados como delitos y faltas realizados con anterioridad al día 15 de diciembre de 1976». En el segundo, «los delitos de rebelión y sedición, así como los delitos y faltas cometidos con ocasión o motivo de ello», asimismo, «los delitos cometidos por los funcionarios y agentes del orden público contra el ejercicio de los derechos de las personas».

Los fascistas se dieron una amnistía y socialdemócratas y autonomistas ávidos de sillón les rieron la gracia. Eso fue, queridos niños, la modélica transición democrática española. Y no sólo se autoamnistiaron, sino que ahondando en la infamia, se repartieron el poder político con los reformistas al tiempo que seguían detentando el poder económico. Y aquí paz y después gloria.

33 años después, con un PSOE más derechizado que Celia Gámez y un PCE jibarizado y autista, los herederos de la Falange no van a permitir a Don Narciso semejantes veleidades para salir en la foto.

¿Solidarizarme con Garzón? Rezo cada noche a Santa Amalberga para que mientras un cerdo le coma una mano otro le arranque la rima en asonante.

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