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El país de la falsedad o el silencio mentiroso

Dabid LAZKANOITURBURU | Periodista

Sinceridad y política rara vez van de la mano. Ocurre también en otros órdenes de la vida, en la que las medias verdades o, simplemente el silencio, son muchas veces el lubricante que permite una coexistencia pacífica, sin constantes sobresaltos. Pero de ahí a convertir la mentira en guía de la actuación política va un trecho. Y el caso español es de siquiatra.

Tras nueve meses de filtraciones sobre el caso Gürtel y el levantamiento del secreto de un sumario de 50.000 folios, el PP sigue con su táctica del avestruz. Y el Gobierno (del PSOE) que se lo echa en cara está presidido por quien negó más veces que Pedro la crisis. Una explosión de la burbuja que ha transformado a España de exigente candidata al grupo selecto del G-8 a paria internacional en el furgón de cola mediterráneo de la Unión Europea.

El PP, cómo no, se lo recuerda una y otra vez. El mismo partido que mintió deliberadamente sobre la auto- ría de los atentados del 11-M y estuvo en un tris de ganar las elecciones tres días después con sus calculados y nerviosos silencios.

Y en este contexto, hete ahí que al prevaricador -presunto- juez Garzón lo empluman por haber osado dorar sus desvelos por el Nobel de la Paz con los casos de las decenas y decenas de miles de desaparecidos por el franquismo. Y nos quieren hacer creer a estas alturas que es por un asunto de competencia. Se oyen risas bajo una tumba de El Escorial.

Duele España. Ese país que lleva 500 años mintiéndose a sí mismo, incapaz de saldar cuentas con su pasado y de asumir la realidad. Un tic histórico que, por lo que se ve, ha mimetizado hasta la perfección su clase política.

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