Blázquez dice en su despedida que dejar Bilbo le causa «desarraigo»
GARA |
Ricardo Blázquez, nombrado arzobispo de Valladolid, se despidió ayer de la diócesis de Bilbo durante una misa en la que agradeció a los fieles su apoyo durante los últimos quince años y en la que afirmó que abandona la capital vizcaina «con una huella imborrable en el corazón».
La ceremonia religiosa tuvo lugar al mediodía en la catedral de Santiago y fue la despedida oficial de Blázquez, que hoy celebrará una segunda despedida en la basílica de Begoña antes de partir hacia Valladolid, donde el próximo sábado tomará posesión como arzobispo.
Blázquez, obispo de Bilbo desde 1995, dijo en la homilía que dejar la capital vizcaina le causa «desarraigo», aunque tiene la esperanza de «un nuevo enraizamiento en la diócesis de Valladolid».
«Dejo aquí parte de mi vida, no sólo como tiempo empleado sino, sobre todo, como alma que se ha repartido», indicó.
Sobre su labor al frente de la Iglesia de Bizkaia durante los últimos quince años, Blázquez dijo que ha tratado de ser «obispo de todos, con todos y para todos».
«La vía de la persuasión»
El obispo saliente aseveró que «el resentimiento nunca ha inspirado» su actuación, aunque aclaró que «esta intención no excluye limitaciones, errores y fallos».
«Si alguno tiene quejas contra mí, le pido disculpas», dijo Blázquez, y agregó que «quizá haya personas descontentas porque he sentido la obligación de no avalar ciertas propuestas o de cambiar determinadas cosas».
Además, recordó que durante su tiempo en Bilbo ha buscado «siempre que el diálogo y las razones aducidas abrieran el camino de la decisión», y que ha optado «por la vía de la persuasión, de la maduración personal, de la argumentación».
Entre otras cosas más, pidió a los feligreses «afecto y colaboración» para el obispo auxiliar de Bilbo, Mario Iceta, que le tomará el relevo el próximo sábado.