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La represión del Ejército deja al menos quince muertos en Bangkok

Al menos 15 personas murieron y unas 680 resultaron heridas en los violentos enfrentamientos que se registraron ayer en Bangkok tras la intervención del Ejército y las fuerzas de seguridad para reprimir las protestas de los antigubernamentales «camisas rojas», los más sangrientos ocurridos en Tailandia desde hace dos décadas. Durante los incidentes, los manifestantes tomaron como rehenes a cinco soldados, según informó el Ejército.

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Anusak KONGLANG (AFP)

Después de un mes de manifestaciones pacíficas y un aumento progresivo de la tensión, Bangkok se sumergió ayer en el caos cuando las fuerzas del seguridad -principalmente militares- y los «camisas rojas», seguidores del ex primer ministro Thaksin Shinawatra, se enfrentaron por el control de un barrio de la ciudad vieja. La represión de las protestas, antes del repliegue del Ejército, se saldó con al menos quince muertos, entre ellos un cámara de la agencia Reuters, y 680 heridos, según los servicios de asistencia.

La de ayer fue la primera intervención de esa magnitud de las autoridades desde la instauración el miércoles del estado de excepción en la capital. También es el mayor saldo de víctimas en manifestaciones en el país desde las movilizaciones de 1992, que dejaron decenas de muertos.

Los choques, que comenzaron a mediodía, se fueron intensificando y las fuerzas de seguridad utilizaron gases lacrimógenos y cañones de agua a presión. Se escucharon también numerosos disparos de armas de fuego.

Los «camisas rojas» reclaman elecciones legislativas anticipadas y consideran totalmente ilegítimo el Gobierno de Abhisit Vejjajiva, en el poder desde diciembre de 2008.

«Quiero condenar a este Gobierno porque utiliza armas de guerra para matar a tailandeses que piden democracia», declaró Weng Tojirakarn, uno de los líderes antigubernamentales, ante los manifestantes en Ratchaprasong, para luego exigir nuevamente la renuncia de Abhisit y su salida del país. Abhisit, hasta ahora sostenido por los militares, se negó a dimitir en un breve mensaje por la televisión.

Pese al trágico balance de ayer, la actuación militar terminó en fracaso cuando se hizo evidente que los manifestantes no se daban por vencidos y recuperaban terreno ante las fuerzas de seguridad. A las 21.00 (16.00, en Euskal Herria) el Ejército decidió retroceder y pedir una tregua «para evitar una tragedia aún mayor».

«Los soldados deben retirarse, no hay un lugar para protegerse. No podemos hacer nada porque no podemos disparar contra el pueblo», dijo a la AFP el general Anupong Paojinda, jefe del Ejército.

Abhisit Vejjajiva declaró que existen pruebas de que las víctimas mortales fallecieron como consecuencia de la explosión de granadas M79, que forman parte del tipo de munición que los opositores utilizan. Aseguró que el Ejército sólo tiene permiso para usar fuego real para realizar disparos al aire o en defensa propia, mientras que algunos de los manifestantes usan granadas, pistolas y cócteles molotov, a los que los militares responden con balas recubiertas de caucho y gas lacrimógeno.

Justificó la actuación del Ejército diciendo que las autoridades han ejercido la máxima contención, pero que se debe garan- tizar que prevalezca la ley, por lo que el Gobierno ha ordenado retomar los espacios públicos.

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A pesar del trágico balance de ayer, los líderes del Frente Unido contra la Dictadura y para la Democracia reiteraron que seguirán adelante con sus movilizaciones hasta que el Gobierno ceda a sus exigencias de disolver el Parlamento y convocar elecciones anticipadas.

Los «camisas rojas» piden la intervención del rey para resolver la crisis

Los «camisas rojas» pidieron de forma implícita la intervención del rey Bhumibol para poner fin a la crisis política, tras la muerte de quince personas. Sus líderes mantienen que «el proletariado está sufriendo» y que una intervención del monarca es «el camino para salir de la crisis y evitar más muerte».

El rey, de 82 años de edad, está hospitalizado desde setiembre y no ha intervenido desde el comienzo de la crisis. No tiene poder constitucional, pero sí una enorme autoridad moral y es considerado la única figura capaz de unir a los tailandeses. GARA

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