EEUU detuvo ayer todos los vuelos de soldados a Afganistán a través de su base aérea en Kirguistán, debido a la incertidumbre que planea sobre el país centroasiático después de la revuel- ta popular que el miércoles culminó con la instauración de un Gobierno interino.

Todos los vuelos de pasajeros desde la base aérea Manas, un punto vital para enviar suministros a las operaciones de la OTAN en Afganistán, fueron suspendidos, dijo un portavoz de la base. «Si bien las operaciones de vuelo normales en la base Manas se reanudaron el viernes, se tomó una decisión por la tarde para desviar temporalmente los vuelos de transporte de militares», indicó Rick Bodden a Reuters.

Declinó decir cuándo se reanudarían los vuelos de pasajeros o revelar las rutas alternativas que se utilizarían, pero precisó que la base aún está enviando combustible, cargas y realizando vuelos humanitarios.

Funcionarios del Pentágono dicen que Manas es clave en los esfuerzos de guerra contra los talibán, permitiendo vuelos durante todo el día hacia y desde el vecino Afganistán. Cerca de 50.000 soldados pasaron por la base sólo el mes pasado.

Miembros del nuevo Gobierno de Kirguistán han dicho que el alquiler de la base a EEUU podría ser reconsiderado.

Vuelve la calma

Mientras tanto, la calma parece haber vuelto a Kirguistán, donde ayer miles de personas despidieron a los 79 fallecidos en los violentos enfrentamientos que tuvieron lugar el miércoles en la capital.

En una ceremonia presidida por la jefa del Gobierno interino constituido tras las huida del presidente, Kurmanbek Bakiyev, y la renuncia del Ejecutivo, Rosa Otunbayeva, los féretros de una veintena de los muertos el miércoles fueron enterrados en el cementerio de Ata-Beit, a unos 40 kilómetros de la capital, donde un monumento recuerda a las víctimas de la represión estalinista.

«Este régimen (depuesto) se ha convertido en el enemigo del pueblo, ya que disparó contra patriotas, los mejores hijos de la nación, y nosotros haremos cuanto sea necesario para instalar un poder justo. Vamos a construir una verdadera democracia», sostuvo Otunbayeva.

El depuesto presidente, que se niega a dimitir y a abandonar el país, anunció que está dispuesto a negociar las condiciones de su renuncia con las nuevas autoridades, aunque reconoció que teme por su vida en caso de volver a Bishkek. El Gobierno interino negó cualquier contacto con Bakiyev, desmintiendo lo anunciado por la OSCE.