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Lech Kaczynski, elegido presidente de Polonia en octubre de 2005 y fallecido ayer a los 60 años en un accidente de avión en Smolensk (Rusia), era un jurista conservador y profundamente católico procedente del movimiento anticomunista Solidaridad de Lech Walesa.

Junto a su hermano gemelo, el ex primer ministro polaco Jaroslaw Kaczynski, entró a finales de los años 1970 en la oposición anticomunista y en 2001 fundaron juntos el partido Derecho y Justicia (PiS).

De julio de 2006 a noviembre de 2007, los dos hermanos gobernaron conjuntamente Polonia, Lech como jefe de Estado y Jaroslaw como jefe de Gobierno.

Sucesor del socialdemócrata Aleksander Kwasniewski, Lech Kaczynski abogaba por la reconciliación con Alemania y Rusia, al tiempo que explotaba el miedo que algunos polacos siguen sintiendo de sus dos grandes vecinos.

También defendía una profunda reforma de Polonia basada «en la justicia, la solidaridad y la honradez».

Tras su victoria en 2005, Lech Kaczynski explicó que su hermano, 45 minutos mayor que él, «siempre lo había empujado hacia adelante».

Para no obstaculizar el objetivo de Lech de ser presidente, Jaroslaw había renunciado en 2005 al cargo de primer ministro, aunque conservó el muy influyente puesto de presidente de su partido.

Lech y Jaroslaw tuvieron un recorrido profesional y político casi igual, que comenzó a los 12 años, cuando actuaron en una película para niños.

Su compromiso contra el comunismo entonces en el poder le valió ser encarcelado junto a miles de militantes de Solidaridad, durante la instauración de la ley marcial, el 13 de diciembre de 1981.

Liberado al cabo de 11 meses, se convirtió, con su hermano, en estrecho colaborador del jefe histórico del primer sindicato libre del mundo comunista, Lech Walesa, del que luego se distanciaron en los años 90.

Lech aseguraba que su hermano y él no eran idénticos. Él estaba casado, tenía una hija y era abuelo, y Jaroslaw es soltero y vive con su madre.

«Es verdad que en el plano político tenemos las mismas opiniones. Nacieron del patriotismo que nos trasmitieron nuestros padres, que fueron miembros de la resistencia durante la Segunda Guerra Mundial», había explicado Lech Kaczynski a la agencia France Presse.

Partidario del intervencionismo económico, jugó con su imagen de político con experiencia y limpio de corrupción, fama que se forjó ocupando los puestos de presidente del Tribunal de Cuentas, de ministro de Justicia y de alcalde de Varsovia.

Como ministro de Justicia trabajó contra el crimen organizado y promovió un sistema jurídico riguroso y represivo. «Soy y seré partidario de la pena de muerte», afirmaba abiertamente.

Fiel a sus convicciones conservadoras, prohibió varias manifestaciones de homosexuales en Varsovia.