Hogar, dulce hogar. Fue regresar a San Mamés y recuperar la mejor versión del Athletic. Tensionado, tanto o más de lo que lo estuvo en el Camp Nou; jugando, también igual o mejor; y además, acertando. Cuatro goles le cayeron a un Almería que sólo se acercó al área local cuando el partido estaba sentenciado. Y pudo ser alguno más.

Visto así, podría pensarse en un mero trámite solventado con eficacia. Pero fue mucho más. El Athletic llegaba a la cita descabalgado de la sexta plaza tras la victoria del Villarreal y por tanto, no ya con la necesidad, sino con la obligación de mantener su fortaleza como local. Más aún teniendo en cuenta que el jueves se buscará las habas en un escenario tan complicado como Mestalla. Y enfrente había un Almería con más peligro -en la segunda vuelta sólo Barcelona y Real Madrid están siendo mejores que el equipo andaluz- que presión. Difícilmente, desde luego, podía pensar nadie que el partido fuera a desarrollarse como lo hizo.

Sí la manera en que podía mantenerse en un terreno favorable para el Athletic. Javi Martínez decía que, ante la querencia del Almería por tener, sobar y mover la pelota, a los bilbainos no les quedaba otra que demostrar desde el principio quién manda en San Mamés. Dicho y hecho: el Athletic salió con el cuchillo entre los dientes y en el minuto seis ya atesoraba un balón al palo, un penalti clarísimo que no pitó Clos Gómez y una gran intervención de Alves.

Y en el trece ya marchaba por delante, gracias a un córner botado por Gabilondo que Javi Martínez cabeceó a la perfección en el segundo palo. Juanma Lillo se había sacado un conejo de la chistera, pulverizando las previsiones con un once revolucionado, pero el que realmente saltó por los aires fue su planteamiento. El Almería tardó más de una hora en probar a Iraizoz, ante un rival que se hinchó a robar balones y llevarlos al área cómo y por dónde quisieron.

De ahí que para la media hora de partido Gabilondo hubiese tenido tiempo de fallar una ocasión clarísima y enmendarse anotando uno de sus golazos habituales o que Alves se hubiese lucido enviando a córner junto al palo un chutazo de Susaeta. Antes del descanso, el meta brasileño mejoraba sus estadísticas y empeoraba las del Athletic, al detener un penalti lanzado por Llorente.

Tras la sentencia, el maquillaje

Experiencias previas invitaban a temer que el partido pudiera complicarse tras el descanso, con un marcador todavía corto y ese jarro de agua fría demasiado reciente. Los rojiblancos lo resolvieron saltando en la reanudación como lo habían hecho en el primer tiempo. Y con más acierto incluso. En el 50, Javi Martínez levantaba a la grada con una jugada espectacular: robó el balón, entró en el área, se quitó a dos defensas y batió a Alves por el palo corto y con la zurda. Un minuto después, Llorente ponía la puntilla al rematar un centro de Toquero.

Con el partido sentenciado, Lillo se decidió a mover banquillo. Y bien por la salida de sus titulares habituales o por la comprensible relajación de los rojiblancos, el partido cambió. El Athletic siguió disponiendo de ocasiones y el Almería empezó a acercarse a Iraizoz. Afortunadamente, la única consecuencia fue un marcador final menos contundente.