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Solidaridad vasca en los confines de la Cachemira paquistaní a través de los montañeros

Felix-Baltistan Fundazioa, surgida en 2001 tras la muerte de Félix Iñurrategi, trabaja en el valle de Hushé, en Gilgit-Baltistán, una remota zona de la Cachemira administrada por Pakistán, fronteriza con la provincia china de Xinjiang, Afganistán y la Cachemira bajo administración india y que, pese a su aislamiento, ha mantenido contacto con los montañeros vascos, ya que alberga cuatro de los catorce ochomiles.

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Martxelo DÍAZ

El valle de Hushé se sitúa precisamente en una de las zonas donde la frontera entre India y Pakistán no está definida, en torno al glaciar de Siachen. «Tres kilómetros más allá de donde estamos nosotros, hay un puesto de control en el que ya no nos dejan pasar», explica a GARA Txema Cámara, coordinador de Félix-Baltistan Fundazioa.

Es sólo una muestra de la tensa situación que se vive en esta zona de Cachemira, en disputa desde la misma declaración de independencia de India y Pakistán.

Ejaz Asad Rasul, secretario de Educación, Desarrollo de la Mujer y Asuntos Sociales de Gilgit-Baltistán, que ha viajado hasta Euskal Herria para firmar un acuerdo de cooperación con Félix-Baltistan Fundazioa a través de sus colaboradores locales, explicó que a pesar de que la población del reino de Cachemira era mayoritariamente musulmana, su gobernante, el maharaja Hari Singh, era hindú, por lo que optó por integrar su territorio en India en 1947. Sin embargo, la población de Gilgit-Baltistán se levantó en armas para defender su integración en Pakistán, el Estado musulmán surgido tras la caída del Imperio Británico.

La partición entre India y Pakistán fue uno de los episodios más sangrientos de la historia del siglo XX y, desde entonces, Cachemira ha sido una zona caliente, con enfrentamientos armados intermitentes.

Esta circunstancia, unida a la complicada orografía de la zona, ha provocado que Gilgit-Baltistán sea una de las zonas menos desarrolladas de Pakistán. En esta zona confluyen las cordilleras del Himalaya, Karakorum e Hindu Kush. De este modo, destaca Asad Razul, los vecinos de dos localidades que se encuentren a menos de un kilómetro de distancia a vista de pájaro pueden necesitar dar un rodeo de cientos de kilómetros, ya que están separados por altas montañas imposibles de cruzar. De este modo, sus habitantes tienen una renta per capita anual de 300 dólares, unos 220 euros.

Junto a ello, en la zona se hablan diez idiomas, el principal de los cuales es balti, perteneciente a la familia tibetana y que se ha mantenido gracias a las mujeres, y el urdu, oficial en todo Pakistán. Asad Rasul destaca que aldeas vecinas hablan lenguas completamente diferentes, con lo que la comunicación es complicada.

Sin embargo, el hecho de que albergue picos como el Gasherbrun, el Broad Peak y, sobre todo, el K2, y el trekking del Baltoro han atraído a miles de montañeros de todo el mundo a esta zona, ofreciendo a sus habitantes la posibilidad de incrementar los escasos recursos que les proporciona la agricultura y la ganadería de subsistencia trabajando como porteadores para estas expediciones.

Fomentar la educación

Precisamente, uno de los primeros proyectos de Félix-Baltistan Fundazioa fue la Escuela de Montaña, con el objetivo de capacitar técnicamente a los porteadores para que puedan desarrollar tareas más complejas en las expediciones extranjeras a las montañas y, de este modo, obtener unos mejores ingresos. «Éste era un proyecto que tenían los habitantes de la zona y al morir Félix pensamos que era una buena idea para mantener vivo su nombre y ayudar a nuestros amigos de Baltistán», explica Cámara.

De hecho, la educación es uno de los pilares fundamentales en la labor de Félix-Baltistan Fundazioa. «En zonas aisladas como Hushé, las escuelas que existen son un desastre porque no tienen profesores. Los padres ven la necesidad de trabajar en este ámbito y destacan, por ejemplo, la necesidad del inglés, ya que el conocimiento de esta lengua les permite colocarse en buenas condiciones», señala.

Así, para paliar la atávica carencia de profesores en esta remota zona, se han otorgado becas universitarias a alumnos destacados para que al finalizar sus estudios volvieran al valle y se encargasen de la educación de sus vecinos.

Junto a ello, se han llevado a cabo proyectos para garantizar el regadío en una zona extremadamente seca, así como el suministro de agua potable. En ese aspecto, Cámara destaca que la implicación de los habitantes del valle de Hushé ha sido esencial y que varias infraestructuras se han construido en auzolan.

Una estructura política peculiar en el sistema de Pakistán

Gilgit-Baltistán es una entidad política de reciente creación -finales de 2009- que no tiene equivalencia en el sistema político paquistaní. «Somos casi una provincia. La gente lo ha valorado muy positivamente, ya que nos ha servido para mostrar que tenemos una identidad propia», explica Asad Rasul.

Anteriormente, lo que ahora es Gilgit-Baltistán, formado por dos distritos con estos nombres, se conocía como Northern Areas y eran administradas directamente por el Gobierno federal desde Islamabad, pero la lejanía y la dificultad de las comunicaciones hacían que la zona quedara al margen del reparto de recursos . M.D.

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