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Maite Ubiria Periodista

El tren que se llevó una primavera

Una mañana de primavera. Un viaje en tren. Un adiós. No, un hasta luego. Estación de Baiona, 18 de abril de 2009. Estación de Toulouse. Billete de ida y vuelta en el bolsillo. ¡Maldita ironía!

Una cita médica fallida en Burdeos. Primera punzada en el estómago. El teléfono enmudece. En los hospitales nada saben. Que llame, por favor, que suene el teléfono, aunque duela. Los días, las semanas, discurren. La primavera se exhibe insolente mientras la zozobra se apropia del entorno cercano del viajero.

La noticia. Mejor dicho, la falta de noticia salta a la calle. La duda crece ante la falta de resultados de la investigación que aborda la Policía Judicial a las órdenes de la Fiscalía de Baiona.

ETA confirma que Anza es militante de esa organización y que acudió a Toulouse a entregar una cantidad significativa de dinero. En París se abre de inmediato una investigación paralela a la de Baiona. La diligente sección antiterrorista no da cuentas. ¿Qué sabe? ¿Qué calla?

11 de marzo de 2010. El cuerpo de Anza aparece por fin, pero esa presencia física no sirve por sí misma para explicar lo ocurrido en su larga ausencia.

La procuradora de Baiona repite el itinerario que hizo el vecino de Ahetze y deposita el dossier judicial en Toulouse. El silencio pesa y las escasas revelaciones que afloran sólo llevan a aumentar los interrogantes.

Como durante esos diez meses de homenaje al vacío, los pasos de los ciudadanos son el eco más sonoro de un caso que se enmaraña entre respuestas a medias y versiones interesadas en los despachos de una República que hace tiempo que sacrificó la defensa de los derechos humanos en el altar de la llamada colaboración antiterrorista.

Otra vez es primavera. Pero los tímpanos presienten de nuevo el grito ahogado en la mazmorra. Nada importa. A cientos de kilómetros, una juez francesa ordena la enésima detención de un vasco sin sopesar el origen bastardo de la prueba.

Hace un año que el tren partió con un viajero y entregó a un desaparecido. A la Justicia francesa, con su ministra Alliot-Marie al frente, le corresponde dar las respuestas precisas para despejar la niebla que envuelve desde entonces el caso Anza.

Es primavera y, aunque la pesada bruma difumina el paisaje, aquí hay un pueblo que ha emprendido viaje con billete cerrado hacia la estación esperanza.

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