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William Boyd rinde homenaje a Londres en un thriller neodickensiano

Fernando PUCHOL - EFE | LONDRES

El escritor británico William Boyd rinde homenaje en su última novela -«Tormentas cotidianas»- a Londres, una ciudad que define como la «más cosmopolita y diversa del mundo» y en la que sitúa un apasionante thriller neodickensiano.

Boyd (Accra, Ghana, 1952) vive desde hace veinte años en la capital británica, en una preciosa casa de una calle tranquila del barrio de Chelsea a pocos metros del río Támesis, que es el escenario principal de su undécima novela (publicada en español por Duomoediciones) y la metáfora a la que continuamente regresa.

En esta ocasión, el autor no ha tenido que realizar su habitual meticuloso trabajo de investigación sobre los lugares que recrea en sus obras de ficción, porque «Tormentas cotidianas» transcurre en buena parte en las calles por las que pasea a diario.

Información valiosa

La novela arranca cuando Adam Kindred, el protagonista, vuelve a Londres para optar a un puesto de profesor experto en climatología, después de vivir en EEUU y divorciarse, y conoce casualmente en un restaurante de Chelsea -que existe- al profesor Philip Wang.

Wang se deja en el restaurante una carpeta con valiosa información sobre un medicamento contra el asma que está investigando y cuando Kindred le localiza para devolvérsela se lo encuentra agonizando con un cuchillo clavado en un costado. Conmocionado, su primera reacción es acudir a la policía, pero da marcha atrás cuando minutos después el asesino intenta matarle y logra escapar, dando lugar a una trepidante persecución.

El planteamiento y el motor de la novela son los de un thriller clásico, pero el género es secundario en «Tormentas cotidianas», porque esta novela es mucho más: es un retrato de Londres, una historia de amor, una denuncia social y una reflexión sobre la fragilidad de nuestras vidas, una constante en la obra de Boyd.

Por un hecho fortuito, Adam Kindred se convierte en un solo día en un paria de la sociedad, en un perseguido a cuya cabeza han puesto precio la policía y una mafia farmacéutica de altos vuelos, en una de esas miles de personas que viven sin techo en las ciudades occidentales y que son como transparentes para los demás.

En el caso del protagonista, eso es lo que le mantiene con vida y el punto de partida para construirse una nueva identidad. «Este es el tema coincidente en todas mis novelas -dice Boyd en una entrevista a Efe-, lo frágil que es nuestro presente, lo fácil que resulta que quede hecho trizas como si nada. Nuestra felicidad presente, por aburrida que sea, es increíblemente frágil».

Boyd ve en el caso extremo de Adam Kindred «un símbolo del difícil equilibrio que existe entre los buenos momentos y los malos momentos, de lo rápidamente que se puede vencer la balanza».

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