Manifestación por la muerte de Jon Anza
Miles de personas exigen que se diga la verdad sobre Anza
I. ALTUNA-A. MANTEROLA | D. LOHIZUNE
Una gran manifestación exigió en Donibane-Lohizune la verdad sobre la desaparición y fallecimiento del refugiado y militante abertzale Jon Anza, cuyo cuerpo apareció el pasado 11 de marzo en Toulouse, once meses después de que sus allegados le vieran por última vez.
No hubo guerra de cifras. Los convocantes, aunque algún periodista llegó a contar algunos cientos más, dieron el número de 5.000 asistentes, y la Policía francesa el de 4.600. Un veterano miembro de los Renseignements Généraux se acercó hasta en dos ocasiones a dos perio- distas de medios vascos para insistirles en que habían contado bien, sin ninguna intención de manipular. «Una gran manifestación», apostilló otro agente de paisano que le acompañaba.
La de ayer dobló en número a la primera movilización convocada por el Comité Jon Anza en esta misma localidad el pasa- do mes de setiembre. Esta marcha, además de ser la más importante que se recuerda en Donibane Lohizune, es equiparable a cualquiera de las grandes citas reivindicativas producidas en Ipar Euskal Herria en los últimos años.
Muchos de los asistentes a la movilización vinieron de las provincias del sur de Euskal Herria, por lo que tuvieron que enfrentarse a los controles policiales dispuestos en los pasos fronterizos, en los que los agentes efectuaron identificaciones y registros de vehículos. Los controles por parte de las fuerzas policiales españolas comenzaron por la mañana.
La presencia policial fue muy notable también en los alrededores del lugar de convocatoria, aunque junto a la manifestación sólo hubo efectivos para controlar el tráfico y los agentes de paisano que merodean en este tipo de actos. Un gran dispositivo de los CRS se encontraba junto a la vivienda de Ziburu de la ministra de Justicia, Michèle Alliot-Marie, ministra de Interior cuando desapareció Anza. Se podían contar cerca de treinta vehículos policiales de todo tipo. Hubo importantes contingentes de los CRS en otros puntos discretos de los alrededores.
La manifestación partió, pasadas las 17.30, de la plaza Louis XIV, para realizar un recorrido que rodeó todo el centro de la localidad y terminar en el punto de salida. Nada más dar los primeros pasos, los manifestantes lanzaron gritos de «Ez, ez, ez, herriak ez du barkatuko».
Las lemas de protesta fueron constantes durante todo el recorrido, en recuerdo y homenaje a Jon Anza, en denuncia de las fuerzas policiales, de la ministra de Justicia francesa y del ministro de Interior español, en protesta por la guerra sucia y la represión, y también en demanda de libertad para los presos.
Tras la pancarta de cabeza, numerosas ikurriñas con crepón negro jalonaban toda la marcha, en la que había dos pancartas más. Una de ellas iba destinada a calificar de «responsables y culpables» a Alliot-Marie y a Rubalcaba (los manifestantes llamaron a este último «asesino» varias veces), y otra del colectivo occitano Libertat, en apoyo a la familia de Anza.
La gran manifestación provocó la curiosidad de muchos transeúntes, en una localidad que se encontraba llena de turistas. La imagen de personas viendo pasar la marcha desde ventanas de hotel ilustraba el contraste que ayer se vivió en la localidad.
La manifestación concluyó ante el kiosco de la plaza de Louis XIV, en el que se colocó un gran papel con el lema «Zer egin duzue Jonekin? Egia nahi dugu», y desde el que los oradores se dirigieron a los manifestantes.
Plaza abarrotada
Los miembros del Comité Jon Anza Anaiz Funosas y Gabi Mouesca esperaron a que llegase el grueso de la manifestación para comenzar su intervención, que fue interrumpida numerosas veces por los participantes con lemas, gritos y pitidos, en particular cuando se refirieron a la ministra Alliot-Marie y al ministro Pérez Rubalcaba.
Funosas recordó ante una plaza abarrotada que éste ha sido un año de «silencios, mentiras y humillación», y precisó que «hay muchas cosas que aclarar», en particular lo sucedido durante los diez días entre la llegada de Anza a Toulouse y su ingreso en el Hospital Purpan.
Tanto ella como Mouesca rechazaron de plano las explicaciones sobre «los fallos de funcionamiento» aducidos por las instancias judiciales. «Pretenden hacernos creer que un aparato policial tan `excelente' como el francés no ha podido sa- ber nada en todo este tiempo. ¿Acaso nos toman por gilipollas?» preguntaron.
Los portavoces del colectivo apuntaron sin tapujos a la «responsabilidad directa» de los dos ministros: «Rubalcaba es el responsable político de las operaciones de la Guardia Civil y Alliot-Marie lo era de las de la Policía francesa, pero también de las de la Guardia Civil en territorio del Estado francés».
En base a esas posiciones tan conocidas, los intervinientes interpelaron contundentemente a los dos representantes gubernamentales de París y Madrid, lanzándoles la misma pregunta que recorre el país en forma de carteles y pancartas: «¿Qué habéis hecho con Jon?».
Mouesca se refirió, asimismo, a la actitud de algunos medios de comunicación respecto al caso de la desaparición del militante donostiarra, y les reprochó que, «tras mantener un silencio sepulcral», se hayan alineado «con las tesis que interesan a los gobiernos» una vez aparecido el cuerpo. «Después del ocultamiento y de la mentira, he aquí el turno de la manipulación», remarcó antes de señalar que «el pueblo de Euskal Herria tiene una gran memoria respecto a su pasado».
Como ejemplo de esta afirmación, citó la época del GAL y manifestó que «aquel mecanismo que tanto sufrimiento acarreó se está reproduciendo en la actualidad».
Solidaridad con detenidos
Mouesca mencionó también a los detenidos de la última operación policial y, especialmente, a los tres letrados que, según recordó, «trabajaban para esclarecer lo ocurrido a Anza». En ese momento los concentrados en la plaza irrumpieron en gritos exigiendo la libertad de todos los arrestados.
A continuación se dirigió a la compañera y a la familia del militante para mostrarles la solidaridad de los congregados: «Queremos que sepáis que os lleva- mos en el corazón, que vuestro dolor es el nuestro, que vuestra rabia es la nuestra y que vuestro deseo de verdad también es el nuestro».
Los portavoces del colectivo tampoco olvidaron otros casos de «desapariciones políticas de militantes», como los de Eduardo Moreno Bergaretxe Pertur, José Miguel Etxeberria Naparra y Popo Larre, antes de asegurar que no cejarán hasta que se sepa toda la verdad. «A pesar de las amenazas y detenciones, seguiremos reclamando la verdad en la calle, en la prensa y en los juzgados. No pararemos hasta conseguirla», dijo enérgicamente Funosas.
El acto finalizó con «goras» a los «gudaris desaparecidos» y, en especial, a Jon Anza, tras lo que los congregados entonaron el ``Eusko Gudariak''.
El lema que abría la marcha era «Egia nahi dugu. Nous voulons la verité», y era portado por representantes de los partidos políticos que apoyaban la marcha: Batasuna, AB, EA y Aralar.
Además de miembros del Comité Jon Anza, en la cabeza de la marcha iban también militantes de organismos en defensa de los derechos humanos, así como miembros del colectivo de refugiados vascos.
Los jóvenes que el viernes realizaron la acción en el Arco del Triunfo en París para exigir la verdad sobre lo ocurrido a Anza recibieron una encendida ovación cuando su iniciativa fue mencionada en la intervención final.
Respecto a esta acción, tanto Askatasuna como Segi denunciaron ayer la versión ofrecida por algunas agencias y medios de comunicación que achacaron a una «ráfaga de viento» la caída de uno de los jóvenes. Los dos organismos relataron los hechos de manera bien diferente. Según informaron, una vez instalados los cuatro jóvenes y desplegada la pancarta, y a pesar de que les advirtieron que se trataba de una «acción pacífica», los vigilantes del monumento intentaron «de modo muy agresivo» desalojarlos, «poniendo en riesgo la vida de los jóvenes». En ese rifirrafe, uno de los activistas cogió del brazo a una vigilante, quien los denunció luego por «violencia agravada».
Además, señalaron que «mientras unos jóvenes colocaban la pancarta y otros hacían contrapeso, la Policía subió en la barquilla de una grúa elevadora y un agente desató bruscamente la cuerda de uno de estos últimos», a pesar de sus protestas y también de las de los bomberos, a quienes habían ordenado bajarse de la barquilla.
Fue entonces cuando se precipitó el activista que estaba en el otro lado del que había sido desatado. Pero gracias a la reacción de éste, que se quemó las manos intentando retener la cuerda, el joven, que cayó de 20 metros, no sufrió lesiones de gravedad.
A.M.