Final Four de la Eurocup en Gasteiz
Bilbao Basket despierta de su sueño europeo de la forma más dolorosa
¿Por qué? ¿Por qué los hombres de negro quedaron fuera de la final de hoy? Pues porque el Alba Berlín sacó sus virtudes y aguantó una leve ventaja hasta dar el golpe de gracia. Se echó de menos la aportación de Banic y Salgado.
ALBA BERLÍN 77
BIZKAIA BILBAO BASKET 70
Arnaitz GORRITI
Zurbano tuvo dueños alternos durante la jornada de semifinales. Si en la primera semifinal ponían a botar «La Fonteta», los aficionados bilbainos hicieron lo propio con su «La Casilla» particular. La fórmula no funcionó, ya que sólo los taronja cumplieron los pronósticos. Sin poder superar el registro de la pasada campaña, fuera de la final, extranjero en su propia casa, la Eurocup de esta temporada se acabó para Bizkaia Bilbao Basket.
Muchas veces el sufrimiento trae premio, pero ayer no lo hubo. ¡Vaya si le tocó sudar para plantar cara al Alba Berlín! Los de Luka Pavicevic trabaron el partido todo lo que pudieron y más, marcando el ritmo que más les convenía. El encuentro nació torcido para los de Katsikaris, ya que Alex Mumbrú se cargó de faltas antes de cumplirse el primer minuto por dejarse pitar una técnica. Tocaba agachar la cabeza y percutir a tope, que el Alba venía con aviesas intenciones.
Porque los alemanes juegan sencillo, bloqueos directos, muchos pases y posesiones largas a base de tirar de paciencia y exasperar a su rival. Pese a la ausencia de Jenkins en el quinteto titular -al igual que Javi Rodríguez, tuvo sus minutos en la rotación-, los de Pavicevic mostraron recursos de sobra. Buscaron siempre la mejor opción, sobre todo a través de un Adam Chubb -pívot de rotación habitualmente a la sombra de Sekulic- efectivo, que hizo fuerte a su equipo bajo los aros. Tanto él como Byars forzaron un sinfín de tiros libres a un Bilbao Basket que también tuvo en el juego físico su mejor respuesta.
Jerome Moiso se mostró mucho más activo que lo habitual y Chris Warren ejerció de pulpo, cazando todos los rebotes habidos y por haber. Fueron los estilistas, jugadores como Salgado, Banic, Blums... quienes rindieron por debajo de su nivel, así en anotación como en dirección. Los de Katsikaris mantenían el tipo en el marcador, 18-18 al final del primer cuarto tras un triple in extremis de Hervelle, y 35-30 al descanso, después de aguantar el tirón del amago de escapada alemán, que metió el miedo en el cuerpo al adelantarse 31-22.
Dolor por cada punto
Definitivamente, lo que se vio en la segunda semifinal fue muy diferente a la primera. Si en la primera había bellas canastas por doquier de dos equipos que se la jugaron a anotar una canasta más que su rival, en este otro duelo la clave estaba en conceder lo menos posible. Casi cada tiro tenía una mano delante y si el balón osaba tocar el aro, no faltaban manos adicionales que se encargaran de barrer el esférico. Cada canasta era un triunfo; los puntos llegaron por la brega, la calidad, y porque a las defensas no podían estar en diez sitios a la vez.
Y en éstas, mientras a Warren y Mumbrú se les torcían un par de tiros libres, McElroy, un jugador todoterreno que brilla más por sus rebotes, robos y asistencias que por anotar, y Wright, otro jugador más amigo de pasar que de tirar, clavaban un par de tiros desde más allá de 6,25 metros para desesperación de la inmensa hinchada que vistió de negro Zurbano. A falta de triples con los que responder -como bien dijo José Ángel Samaniego a GARA, el Alba Berlín consigue tener un defensor delante del balón en todo momento, lo cual dificulta mucho el lanzamiento, especialmente desde lejos-, los de Katsikaris acertaron a viajar una y otra vez a la línea de tiros libres. Pero las noticias no eran buenas. Otro triple de Wright más un par de canastas al límite de la posesión, elevaban el nivel de dificultad a máximo: 56-49 al final del tercer período.
No se podía defraudar a las expectativas de la afición; tantas ilusiones depositadas en un torneo que elevara a Bizkaia Bilbao Basket a la élite. El pabellón rugía «¡sí se puede!» o «jo ta ke, irabazi arte!», y por tanto, había que responder, intentarlo hasta la extenuación. Seibutis y Blums comprendieron el mensaje y de su mano, los hombres de negro entraron en el choque otra vez: 58-54.
Dos canastas; un mundo
El Alba Berlín se aferraba a esos pocos puntos de ventaja como una garrapata. No terminaba de irse, pero siempre todo de la mano de Chubb, hallaba la forma de mantener un par de canastas de diferencia. Un mundo.
Había que intentarlo todo: se forzaron faltas, y Byars cayó eliminado; defender como diera lugar, y Katsikaris se sacó una zona 1-3-1; hacían falta triples, y Hervelle y Mumbrú las clavaron: 67-64.
Pero llegó la jugada clave: Mumbrú erró dos tiros libres y McElroy clavó un triple en el corazón bilbaino y Wright retorció esa daga sumando dos puntos de tiro libre. Un nuevo triple, otra vez de Wright, supuso el punto final de unos sueños que se rompieron de la forma más dolorosa. Triste consuelo será la final de consolación.
No es su mejor jugador, pero ayer hizo de ejecutor como nadie. Anotó 27 puntos y capturó 7 rebotes, fruto de su capacidad para aprovechar las ventajas de sus compañeros. Wright y McElroy hicieron el resto.
El Alba Berlín jamás llegó a los diez puntos de ventaja, pero siempre se mantuvo entre los tres y los nueve. Todas las acometidas bilbainas tuvieron respuesta, hasta la puntilla del último minuto.