El líder de Corea del Norte, Kim Jong-il, llegó a China este lunes para comenzar una visita con la que intentará conseguir de su único gran aliado apoyo económico y protección diplomática. Se espera que durante la visita, que no ha sido oficialmente confirmada, Kim consiga más ayuda de Beijing a cambio de controlar a su Ejército y volver a las conversaciones sobre desarme nuclear norcoreano, bloqueadas desde hace finales de 2008.

Desde hace unas semanas, el Gobierno surcoreano especulaba con la posibilidad de un viaje de Kim a China y había indicado que esa eventual visita podría ser un paso previo a la reanudación de las conversaciones a seis bandas para la desnuclearización norcoreana.

Sin embargo, el reciente hundimiento de un buque de guerra surcoreano cerca de la disputada frontera entre las dos Coreas desató los recelos de Seúl, que no ha acusado directamente de Pyongyang a la espera de los resultados de la investigación.

El ministro surcoreano de Exteriores, Yu Myung-hwan, advirtió de que su país se opondría a reanudar el diálogo si la investigación demuestra que Corea del Norte estuvo implicada en el hundimiento que acabó con la vida de 46 marinos.

Según informó Efe citando a la agencia surcoreana Yonhap, las autoridades surcoreanas, que creen que la intención de Kim es desplazarse a Beijing para entrevistarse con Hu, están atentas para comprobar, entre otras cosas, si el líder norcoreano viaja acompañado por su hijo menor, Kim Jong-eun, ya que ello sería un nuevo signo de que habría sido designado como su sucesor.

El Gobierno de Pyongyang atraviesa una grave crisis económica, agravada por las sanciones internacionales impuestas por la ONU tras el lanzamiento de un cohete de largo alcance y su segunda prueba nuclear del año pasado. China, demás de ser su principal aliado, es su mayor sustento económico y humanitario a través de las donaciones.

La de ayer sería la cuarta visita de Kim a China, principal aliado de Pyongyang, desde 2000, todas ellas realizadas en tren y en medio de un gran secretismo. La última fue en 2006 -la que se cree fue su última visita al extranjero-, cuando se desplazó a algunas de las principales industriales del sureste chino, para observar de primera mano el secreto del rápido crecimiento de la economía del país vecino.

Dalian, una ciudad china reconstruida y que ha atraído importantes inversiones extranjeras, es un símbolo del desarrollo que Beijing ha recomendado a Kim Jong-il para lograr que la economía norcoreana pueda revivir.