El diputado general de Gipuzkoa posó ayer sonriente para anunciar que dará 1,2 millones a la Real, además de 1,5 que aportará cada año para Zubieta a través de una Fundación, de las decenas inyectadas en diferentes formas y de la veintena que se han convertido en «préstamo participativo», forma técnica elegida para no exigir el cobro de lo que el club no ha pagado a Hacienda. Uno siempre ha sostenido que es una aberración moral que en tiempos de crisis como la actual las instituciones aporten tanto dinero a clubes profesionales para que puedan pagar a sus jugadores unas cifras que no generan, aunque tampoco es cuestión de que la Real no reciba ayudas y en Bizkaia el Athletic las tenga multimillonarias para su nuevo campo. Por ejemplo, desde Lakua se destinará seis veces más de lo que, actualizando la cifra con el IPC, se dio para construir un estadio público en Donostia, lo que provoca que la Real no pueda jugar en un campo de fútbol. Es decir, con mucho dinero de los guipuzcoanos se construye un campo que dará al Athletic un potencial mayor para arrebatar jugadores a la Real. Algún día deberían llegar a un pacto los partidos políticos para dejar de apoyar a los equipos profesionales de fútbol. En Gipuzkoa, en Euskal Herria y en todo el Estado. Lo único que provocaría es que se rebajarían las fichas de todos los jugadores, con lo cual se dejarían de pagar traspasos a clubes de otros Estados y la Liga española no sería el destino de las estrellas más importantes, habría menos dinero público que iría a jugadores y clubes extranjeros y se podría destinar a los que más lo necesitan y no a los que más tienen. Pero para eso toda la sociedad debería tomar conciencia, para castigar a los políticos que piensan que la foto del regalo de dinero público a clubes de fútbol es popular y les dará votos.