Argentina celebra hoy el Bicentenario de la Revolución que le abrió las puertas de la independencia en medio de la polémica, ya que la presidenta Cristina Fernández rechazó asistir a una ceremonia con el alcalde de la capital, Mauricio Macri, un conflicto que refleja la crisis institucional que vive el país.

«Si ella viene con su marido, él se sentará a su lado, pero no me agrada», declaró el primer edil porteño, que había invitado a Fernández a la reapertura ayer del Teatro Colón, prestigioso escenario de la ópera que data de 1908 y un gran símbolo de la Argentina del Centenario.

«Disfrute usted tranquilo y sin presencias molestas la velada del 24 de mayo», señaló Fernández en una carta enviada la semana pasada a Macri, después de que éste acusara al ex presidente Néstor Kirchner de «inventar» la causa judicial que tiene abierta por escuchas ilegales a varios políticos y empresarios.

Estos enfrentamientos sin precedentes en plenos festejos del Bicentenario, semilla de la independencia que se proclamó en 1816, ha dejado al descubierto la grave crisis en la que está sumida un país que estaba seguro de sí mismo y de su poder hace un siglo.

«Llegamos al Bicentenario sin haber resuelto los problemas fundamentales», opina el politólogo Natalio Botana.

Para el filósofo Santiago Kovadoff, la argentina «es una democracia débil, donde las instituciones luchan para poder sobrevivir».

Por otro lado, este país latinoamericano afronta hoy el día grande de sus celebraciones, y se espera la asistencia de jefes de Estado de países como Ecuador, Venezuela, Uruguay, Bolivia, Paraguay o Chile.