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Los guardias admiten que sólo cuentan con autoinculpaciones contra los de Uribe Kosta

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Amets Ladislao, Maribel Prieto, Xabier Gutiérrez, Ibai Egurrola y Mari Mertxe Alcocer, que se sientan desde ayer en el ban-quillo de los acusados de la Audiencia Nacional española, sostuvieron durante la sesión que «nunca» han colaborado con ETA, acusación que pesa sobre ellos y por la que la Fiscalía solicita penas de entre cinco y siete años de cárcel.

Los cinco vecinos de Uribe Kosta encausados indicaron ante el tribunal presidido por Ángela Murillo que las declaraciones policiales realizadas de manera previa no fueron «ni libres ni voluntarias» y, de hecho, relataron qaue fueron víctima de duras torturas durante el periodo de incomunicación en el que permanecieron tras ser arrestados por la Guardia Civil, en diciembre de 2008. Aseguraron ante la sala que fue este trato el que los llevó a autoinculparse e insistieron en que algunas de las denuncias por malos tratos interpuestas siguen todavía su curso.

Además de los encausados, ayer tomaron la palabra dos agentes de la Guardia Civil, el instructor y el secretario responsables de las diligencias de la investigación contra los cinco procesados.

Pese a que los informes policiales concluyen que Aitor Borrero permaneció durante los meses de julio a noviembre en la casa de Ladislao y Prieto, los agentes admitieron, a preguntas de la defensa, que no hallaron ninguna huella dactilar en los registros y que esta confirmación se basa sólo en las declaraciones de los detenidos. Precisamente, este hecho fue denunciado en la comparecencia de prensa que dieron la víspera los imputados tildando de «farsa» este juicio.

En el caso de Ibai Egurrola, imputado por la Fiscalía de «actuar como lanzadera en el traslado de Borrero a Francia», su defensa desmontó esa tesis acusatoria mostrando varias fotografías.

Y es que el día que supuestamente habría trasladado a Borrero el joven se encontraba organizando una comida popular en Algorta. Según su letrado, Kepa Landa, el almuer-zo se desarrolló en una plaza pública «donde le pueden ubicar más de 400 personas», al tiempo que aportó las facturas que demostrarían que Egurrola alquiló las sillas y las mesas que se utilizaron en la iniciativa: están firmadas ese mismo día por el joven.

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