Raimundo Fitero
Al loro
Llevo varias horas disfrutando de las dudas globales que se están publicando sobre la calidad de «Perdidos», la detención de un edil del PSE por gritar lo que piensa todo quisqui sobre los príncipes, del alboroto de instituto de barriada depauperada por la burbuja inmobiliaria en que se convirtieron las cámaras parlamentarias del Reino de España y hasta por el batacazo en Sofres que se ha dado Pilar Rubio haciendo cantar a los niños. Es mi parte más idiota, que se alegra de las idioteces ajenas. Una venganza tonta, sin esdrújulas para justificar, pero que nos coloca ante la auténtica pregunta que se hace gran parte de la humanidad: ¿cuántos loros existen?
Si todas las medidas que se toman en todos los lugares donde se hacen gestos para intentar salvar el desastre económico que han creado los depredadores, se llamen mercados o emperadores del dólar, son el chocolate del loro, y como casi siempre hablan de unos cuantos cientos de millones de euros, la pregunta es bastante oportuna, ¿tantos loros existen para que su alimentación cueste tantos euros? ¿Todos los loros comen chocolate? ¿Quién cuida, alimenta a esos loros que por lo que gastan se deben alimentar con los bombones que publicita la Presley? Yo he visto bastantes loros y comían pipas, rebajaban hasta multiplicarlas por cero unas bolas de cal a base de picotazos, pero a ninguno le he visto pedir una mousse de chocolate. Ni siquiera un porro ni de hierba ni chocolate.
Por lo tanto, al loro, politicastros, buscar otra metáfora, porque los loros unidos os pueden plantar hasta problemas de constitucionalidad, y como se pongan todos a gritar »Zapatero dimisión» o «Gürtel, Gürtel», os podéis quedar sin trabajo, porque, decidnos de verdad, ¿hacéis algo más que los loritos de balcón repitiendo consignas que os marcan los mercados? Y sobre la imagen de las cámaras, no es que sea lamentable hoy, es lamentable siempre, desde hace mucho tiempo. Los que tenemos esa rareza incomprensible de seguir las comparecencias televisadas, lo aseguramos con total conocimiento de causa. Son malos momentos para la política democrática y hasta Basagoiti en TVE parece un líder por comparación con los trajes de Camps.