Mientras en Madrid su jefe, José Luis Rodríguez Zapatero, recibía el abrazo del oso por parte de CIU, Patxi López volvía a ejercer de delegado del Gobierno en Gasteiz. Eso sí, en este caso con el apoyo del PP. Según se puede inferir de las propuestas de López, el PSE pretende utilizar la autonomía para hacer una aplicación del recorte aún más antisocial. Por ejemplo, en vez de rebajar un 5% los salarios de los funcionarios, propone lograr ese recorte reduciendo la masa salarial del conjunto de los empleados públicos. Lo cual, traducido al lenguaje llano, quiere decir que a cambio de no aplicar todo el recorte a los trabajadores fijos -a los que, por otra parte, acusó de absentismo- reducirá la plantilla enviando al paro a un gran número de trabajadores eventuales. Es decir, el PSE quiere hacer creer a los ciudadanos que no acata la pérdida de derechos de los funcionarios cuando en realidad lo que está haciendo es derivar ese recorte, creando mayor desempleo y precariedad. Dicen que así ahorrarán 87 millones de euros. Sin embargo, esta misma semana Lakua licitaba 2,5 kilómetros de TAV que costarán 61,4 millones. Y todo ello cuando, pese a la obcecación de PSOE, PNV, PP y UPN, el desarrollo del TAV en el tramo español está como mínimo paralizado y en riesgo de ser abortado a medio plazo.

Respecto a la «combativa» postura del PNV, a los jelkides les ocurre lo mismo que al PP en Madrid: que todo el mundo sabe que de haber estado ellos en el poder no les hubiera temblado la mano al aplicar los ajustes recetados por el FMI. Por eso resulta irrisorio ver a Joseba Egibar dando lecciones de socialdemocracia. Tampoco cabe olvidar que este mismo año PNV y PSE se han garantizado mutuamente a través de pactos la aprobación de los presupuestos. Igual que durante todas las últimas legislaturas. Ese pacto también se ha trasladado al ámbito de la fiscalidad, terreno básico si de verdad se quiere reconducir el desigual reparto de la riqueza y garantizar unos buenos servicios públicos en Educación, Sanidad y asistencia social.

La alternativa a este escenario trampeado la marcan los partidos a la izquierda del PNV, la mayoría sindical vasca y su apuesta por un cambio de ciclo político. Tienen apoyo social suficiente como para activar esa alternativa. Y urge ponerla en marcha.