Definitivamente, el actual Baskonia ha aprendido a disfrutar sufriendo y esa evolución en su juego es la que le ha servido para encarrilar una eliminatoria que, vista hace no muchos meses, parecía claramente decantada del bando merengue. Es cierto que el Madrid volvió a tener la última posesión que pudo haber cambiado el signo de la eliminatoria -ayer Reyes pudo evitar la prórroga pero la intimidación de un enorme Splitter se lo impidió- pero el esfuerzo azulgrana consiguió dejar la final a sólo un triunfo de distancia.

En febrero, en el BEC, el proyecto de Messina parecía de otra galaxia cuando venció a los azulgranas de paliza en semifinales de la Copa. Apenas tres meses después, a base de buen trabajo, la recuperación de jugadores vitales y la asunción de esquemas y roles, el equipo de Ivanovic, con sus virtudes y debes, ha encontrado la esencia baskonista, ha dado con el equipo que buscaba, mientras que, pese a los millonarios retoques que el técnico blanco ha incluido, el Real Madrid ha retrocedido y dejó la responsabilidad a jugadores que a principio de temporada parecían defenestrados. Y su calidad no bastó.

Les ha costado, pero la conexión brasileña Huertas Splitter ha conseguido reemplazar a la vía argentina y su buen hacer, junto con una antideportiva a Prigioni al que su tan solicitada cabeza volvió a jugársela dio las primeras rentas al equipo de Ivanovic en un comienzo de partido en el que la permisividad arbitral convirtió el choque en un continuo cuerpo a cuerpo en el que saltaban chispas y en el que brillaron Splitter por parte local y Reyes por la visitante.

El pívot brasileño, enorme en la intimidación, junto con aportes de un Brad Oleson que por fin se está encontrando a sí mismo elevaron la renta a once puntos (31-20) al comienzo del segundo cuarto. Sin embargo, el juego pausado y la dirección más cerebral sigue estando entre los déficits azulgranas, el ataque se atascó y otro viejo conocido como Sergi Vidal fue clave en el acercamiento blanco.

Crisis

Dos chispazos de Teletovic volvieron a abrir huecos, pero Splitter se quedó demasiado solo en ataque y, por contra, Pablo Prigioni sacó su otra faceta, esa que le permite marcar tan bien los tiempo de los partidos y guió a Reyes, Lavrinovic y Velickovic a llevar el partido a su lado de la balanza, 51-55.

Afortunadamente, el Baskonia también tiene asignado al hombre encargado de partirse la cara en los momentos de crisis, que no es otro que un Fernando San Emeterio al que las estadísticas no valoran la importancia de su determinación en los momentos en los que hay que dar un paso haca adelante.

El último cuarto volvió a ser de infarto, con alternativas en el marcador y con la sensación de que el partido podía caer del bando visitante, donde Llull tuvo sus buenos minutos a pesar de sus problemas físicos. El poder ofensivo y la frialdad de Oleson volvieron a aparecer en el mejor momento, el Baskonia estuvo mucho más certero desde la línea de tiros libres, y la defensa de Splitter y otro triple en carrera de Huertas llevaron el partido a una prórroga en la que la victoria se cimentó en mantener la intensidad defensiva y en confiar el ataque a sus mejores hombres, mientras Messina sentó a Felipe Reyes.