Los que se ahogan y los que nadan
Iñaki LEKUONA
Periodista
Se rompieron las compuertas que sostenían el sistema financiero y la crisis inundó el primer mundo, que el tercero hace tiempo que lucha por mantenerse a flote. «No pasa nada», decían. Y mientras la mayoría chapoteaba para no hundirse, a los que provocaron el desastre se les lanzaron salvavidas con los que reflotar un sistema que se ha comprobado injusto. Y mientras insistían con el no pasa nada, llegó una ola desde el Egeo que ha atragantado a Europa.
Pero no pasa nada. Porque los hay que se ahogan y los hay que nadan muy a gusto en estos rápidos de pérdidas y ganancias, y al final todo terminará yendo por su cauce, como siempre. Así lo debe de creer el ministro francés de Defensa, Hervé Morin, que quiere construir una piscina de 50 metros, ocho calles y 55 millones de euros en la sede del futuro «Pentágono francés» que se levantará a apenas 100 metros de un polideportivo que ya cuenta con su estanque olímpico, aunque eso sí, civil.
Aún no se sabe qué piensa del tema el Presidente Sarkozy, a quien por cierto tan bien le lucen los bañadores sobre la cubierta de los yates. Él también es de los que no se ahogan, ni siquiera en las aguas turbulentas de la crisis. Por eso es todavía más inocente el gesto de un alumno que, la semana pasada, aprovechando que el Presidente visitaba el colegio, le lanzó un botellín de agua que por poco no le acertó en la cara. Qué ingenuo. Pero qué metafórico que el botellín fuera de agua de Evian, cuya cumbre del G8 tan gratos recuerdos dejó en la historia de la economía global. «Hay signos de recuperación», dijeron. Siete años después, la mayoría se ahoga y los de siempre nadan.