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CRÓNICA | Elecciones en Colombia

Colombia visita las urnas para elegir entre «seguridad» y «legalidad»

El candidato del presidente Álvaro Uribe, Juan Manuel Santos, y la sorpresa de estas elecciones, el «verde» Antanas Mockus, son los dos favoritos para pasar a la segunda vuelta, sin descartar la sorpresa en la primera.

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Beñat ZALDUA

Dos soldados en cada esquina del histórico barrio de la Candelaria. Desde el sábado a la mañana, el Ejército tomó las calles del centro de Bogotá, cacheando a todo aquel que pudiera parecer sospechoso. El alcalde, Samuel Moreno, aseguró que serían 20.000 los efectivos que velarían por la seguridad. Las fuerzas armadas son protagonistas en la «fiesta de la democracia colombiana».

Y es que los colombianos acudieron ayer a las urnas para elegir entre los nueve candidatos a presidir el país en los próximos cuatro años. Pero más que la confrontación entre nueve presidenciables, los comicios parecen destinados a que los colombianos decidan entre dos proyectos de país: la «seguridad democrática» de Juan Manuel Santos, fiel continuador de las políticas del presidente saliente, Alvaro Uribe, y la «legalidad democrática», encarnada en la novedad de estas elecciones: el matemático, filósofo y ex alcalde de Bogotá Antanas Mockus. A no ser que alguno de los candidatos dé la sorpresa y consiga más del 50% de los votos, algo que nadie descarta del todo, estos dos serán los candidatos que se enfrentarán en la segunda vuelta del 20 de junio.

En la esquina de la calle 14 con la carrera 5 se encuentra uno de los pocos comercios abiertos en la jornada electoral. Su dueño, Juan José, tiene su tienda de ultramarinos empapelada con carteles, fotos y afiches de Mockus y la ola verde, el movimiento con el que espera llegar el 7 de agoso a la Casa de Nariño, el palacio presidencial. Juan José se muestra convencido del triunfo verde y se lamenta de la ley seca impuesta desde el viernes, pues de lo contrario ya habría descorchado alguna botella para celebrar el triunfo anticipadamente.

El optimismo reina en las filas de Mockus, sobre todo en Bogotá, donde la huella que dejó el candidato todavía se siente hoy en día. Logros como el sistema de transporte público Transmilenio, el descenso de la delincuencia y la propagación de una cultura cívica que antes no existía, convierten a Bogotá en un feudo para la campaña de Mockus.

Si Bogotá es un fortín para el candidato verde, también puede serlo Medellín, gracias a su fórmula presidencial, en la que incluye al ex alcalde Sergio Fajardo como vicepresidente.

Esto hace previsible el triunfo de los verdes en las grandes áreas urbanas, con permiso, eso sí, del candidato del Polo Democrático Alternativo, Gustavo Petro. Antiguo militante del movimiento guerrillero M-19, como senador del Polo, Petro ha sido en la última legislatura el mayor azote de Uribe, denunciando escándalos como la «parapolítica» -relaciones entre paramilitares y políticos, la mayoría de partidos cercanos a Uribe- o las llamadas «chuzadas» del DAS, el servicio secreto colombiano, dependiente directamente de la Presidencia de la república. Un escándalo mayúsculo por el que la Justicia investiga pinchazos telefónicos y espionaje a políticos de oposición como el propio Petro, a defensores de los Derechos Humanos, a magistrados de la Corte Suprema -los que cortaron el camino de Uribe hacia la segunda reelección- y a periodistas, entre otros.

Petro se llevará la mayoría de los votos de la izquierda tradicional, que se niegan a dar un «voto útil» en esta primera vuelta, pues las reticencias ante Mockus no son pocas. Extravagante y a veces excéntrico -se casó en un circo y se hizo famoso por enseñar el culo ante un auditorio cuando era rector de la Universidad Nacional-, el candidato verde difícilmente entra en los parámetros de la izquierda tradicional. A lo largo de la campaña se ha mostrado contrario a cualquier negociación con las FARC y ha asegurado que sólo retiraría las bases estadounidenses por orden judicial. Asimismo, durante la campaña, Mockus ha criticado al Polo diciendo que muchos de sus planteamientos acaban en una justificación de la acción guerrillera. Hace poco, una analista colombiana lo definía como un «anarquista conservador». Sin embargo, como se dice en las filas del Polo, cualquier cosa es mejor que la continuidad de la «seguridad democrática» y, como apuntaba recientemente una simpatizante del Polo, «en este país, la llegada de alguien a la presidencia sin la sombra de la corrupción ya es un logro». Por todo esto es probable que la gran mayoría de votos que Petro consiga en esta primera vuelta vayan a parar a Mockus en la segunda, lo que podría darle al candidato verde el empujón definitivo.

Pero Mockus no lo tiene fácil. Enfrente tiene a Juan Manuel Santos, representante de la oligarquía colombiana y continuador de las políticas de Uribe. Hace unos meses, nadie se atrevía a dudar de la victoria de Santos, pero entonces nadie contaba con Mockus, ni con los escándalos que han venido sacudiendo la administración de Uribe en los últimos meses. La mejor baza de Santos, la de ser la estela de Uribe, se ha convertido en el final de la campaña en su peor peligro, pues le han salpicado la mayoría de escándalos del actual Gobierno y no se le ha contagiado nada de su popularidad.

«Falsos positivos»

Otros escándalos salpican directamente a Santos. El más grave es el de los llamados «falsos positivos»: el asesinato extrajudicial de jóvenes de familias humildes por parte del Ejército. Estos asesinados eran presentados luego como guerrilleros caídos en combate. Más de 2.000 jóvenes han sido asesinados de esta manera en los últimos años, muchos de ellos cuando Santos era ministro de Defensa. A ello hay que añadir un informe reciente del Comité Internacional de la Cruz Roja, según el cual las FARC no están para nada derrotadas ni en retroceso, lo que contradice la publicidad desplegada por Uribe y Santos.

Si a todo esto le añadimos la falta de carisma de Santos, que es percibido como alguien de la oligarquía -pertenece a una de las grandes familias colombianas-, nos encontramos con un candidato acorralado que en los últimos días tuvo que desmarcarse de varias de las políticas de Uribe, aunque defendiendo en todo momento, y a ultranza, al actual presidente.

Karen, joven de Barranquilla, es una de las miles de jóvenes que animaban a votar por el candidato verde Mockus en la jornada de ayer a través de sus cuentas en las redes sociales de internet. Jóvenes como ella han convertido al candidato verde en uno de los personajes internacionales con más fans en portales como Facebook. En un tipo de campaña que muchos han comparado con el estilo de Barack Obama, Mockus ha utilizado con éxito las redes sociales para atraer el voto, sobre todo el de los jóvenes, fuera de los grandes centros urbanos de Bogotá y Medellín.

Sin embargo, fuera de las áreas urbanas, la maquinaria política del uribismo cuenta con muchísimos más medios e influencias que el partido de Mockus, que ni siquiera llega a ser un partido convencional. Es en el área rural y en las ciudades medianas y pequeñas donde se definirán estas elecciones, tanto la primera vuelta de ayer como, sobre todo, la cita definitiva del 20 de junio. En este sentido, el vicepresidenciable de Mockus, Sergio Fajardo, habló la semana pasada del temor a la compra de votos por parte de quienes apoyan a Santos, algo bastante común en Colombia. En las pasadas elecciones legislativas de marzo, la misión de observación de la OEA documentó compra de votos en los ochos departamentos más importantes del país. A la hora de cierre de esta edición ya se habían registrado algunos incidentes, aunque habrá que esperar a conocer los resultados para valorar su alcance.

 

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