El guardameta del Valladolid Justo Villar no quiso dejar en feo a Green y Cahouchi, apuntándose a la moda de firmar una pifia tan grande como para costarle un disgusto a su equipo y el consiguiente recorte de puntos en el casillero. El portero paraguayo salió a vendimiar en un corner cuando una desesperada Italia ya sólo confiaba en las jugadas a balón parado.

En esta ocasión, la suerte del campeón, en forma de gol a la desesperada de De Rossi, se entremezcló con la plaga de desaciertos que están protagonizando los cancerberos. Con una alineación en la que la mitad de sus jugadores se proclamaron los mejores del mundo hace cuatro años, Italia fue lo menos italiana posible en los primeros compases del choque.

Las rápidas salidas de sus laterales -Criscito y Zambrotta- y el empuje de un Montolivo dispuesto a reivindicarse fueron suficiente argumento como para acorralar a un Paraguay que ya se presumía defensivo, pero que pronto cerró las vías transalpinas y pasó a sentirse más cómodo sobre el césped. El técnico guaraní, Gerardo Martino, sorprendió con la inclusión de Antolín Alcaraz en el eje de la zaga y la jugada le salió bien.

Buffon, lesionado

Fue precisamente el central quien inauguró el marcador poco antes de desfilar a vestuarios cuando se impuso en el salto a un casi jubilado Cannavaro, enviando el balón allí donde no podía llegar un Buffon, que fue cambiado por Marchetti tras el descanso, aquejado de una dolencia en el nervio ciático.

Los transalpinos, acostumbrados a situaciones incluso peores, confiaron su suerte a ese balón perdido o al mínimo error del rival, y este último llegó, exprimiéndolo al máximo. Italia, sin ser su peor expresión de una primera fase, genera las acostumbradas dudas, pero sigue adelante como siempre.