Consideradas como objetos naturales de gran importancia en Suiza, entre los valles de Hérens y Hémérence, podemos encontrar las Pirámides de Euseigne, conocidas también como Señoritas con toca o Chimeneas de las Hadas.

Sus delicados y a la vez imponentes cuerpos, modelados en harina glaciar, llegan a medir entre diez y quince metros de alto. Y en su cima, rematándolas como si fuera un tocado, un bloque de piedra que puede alcanzar hasta diez toneladas de peso.

Estas grandes torres de color claro tienen, sin embargo, un futuro amargo. Están condenadas a desaparecer de manera natural en una escala de tiempo que podría estar entre algunos siglos y varias decenas de años. Sólo es necesario que se produzca un desprendimiento o que caiga su tocado.

Su formación se debe al retroceso del glaciar de Hérens que se produjo al final de la última glaciación. A medida que la masa de hielo se retiraba hacia el sur fue depositando los materiales que arrastraba: grandes cantidades de roca de diferentes tamaños entre las que se encontraban bloques de grandes dimensiones y partículas muy finas (la harina glaciar) que funcionarían como argamasa.

Estos depósitos, las morrenas, en un proceso geológico que aún hoy continúa activo comenzaron a partir de aquí a ser erosionados por el agua de arroyada. Las rocas más grandes quedaron aisladas y, por su tamaño y su peso, ejercieron de protectoras de los materiales sobre los que reposan.

Convertidas en pirámides, al igual que un sendero alterado por la lluvia o el hielo, se encargan de recordarnos que el cielo se comporta como un auténtico alfarero del paisaje, transformándolo con sus cambios de clima y de tiempo.