Maite SOROA | msoroa@gara .net
Ahora van a ir a por Eguiguren
A medida que las cosas vayan tomando cuerpo y se atisbe la posibilidad de normalizar la vida política en Euskal Herria y que todos los proyectos políticos puedan ser puestos en práctica con el único límite de la voluntad popular, los elementos más exaltados del españoleo empezarán a mostrar el lado más grotesco de sus afanes.
Ayer en «Abc» uno de los personajes más patéticos del periodismo imperial empezaba a dar muestras de histeria. Hermann Terstch abría pieza describiendo a Jesús Eguiguren como «uno de los personajes más sórdidos de la escena política del País Vasco». Empieza bien el tío, ¿verdad?
El delito de Eguiguren, dice Terstch, radica en que «nos quiere meter otra vez a los españoles en una negociación -y consiguiente legalización- de la rama política de ETA». Y a él, que vive tan calentito en el conflicto, eso le parece lo más horroroso.
El agreste personaje reconoce que Eguiguren «no es un enajenado» pero sentenciaba que «si sus planes se cumplen significarían la justificación -nunca mejor dicho «post mortem»- y la legalización de una campaña de asesinatos que ellos montaron y una legitimación de todos y cada uno de los casi mil muertos habidos». ¡Qué fuerte la melonada!
Lo mejor es cuando se apropia de nuestra tierra. No se lo pierdan: «Como comprenderán, algunos no estamos muy de acuerdo en que nuestro País, que es el Vasco, y nuestra nación, que es España, queden en manos como las de Eguiguren, probablemente lo peor del socialismo vasco». No sé muy bien qué es lo mejor y lo peor del PSE, pero lo que tengo claro es que nuestro país no es del tal Terstch.
Pero lo que le angustia al personaje es la negativa hecha pública por el Gobierno de ZP: «Cuando este Gobierno desmiente algo, échense a temblar. Porque si no fuera cierto que algo se mueve, no se entiende por qué el nada señor Diaz Usabiaga está en la calle paseando, por qué el nada señor Josu Ternera se pasea por Europa cuando los servicios de información españoles saben hasta dónde compra el pan (...) Miento, creo entenderlo. Quizás al final el siniestro Eguiguren sea el único en decir la verdad». Pues a ver si es verdad.