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Raimundo Fitero

El tren

La docena larga de vidas truncadas en un apeadero de tren ha roto la rutina informativa y nos ha devuelto las sensaciones de la tragedia. Un de las noches más bellas del año, por su simbología, por ser la que marca un quiebro en la cotidianeidad, ha acogido una pesadilla en las vías de ferrocarril. Unos segundos antes o después, esas vidas seguirían latiendo, pero quizás el destino esperaba en el camino de la playa a esas personas que no pudieron esperar unos minutos, la urgencia de llegar a su cita a ese espacio de arena bañado por el Mediterráneo más post industrial con la fiesta, con la algarabía, con la verbena, con la noche más corta, con la vida refundada en cada trago, en cada beso, en cada baile. Y de repente sonó una bocina, un silbido, un traqueteo, un tren en la noche en dirección contraria al que precede siempre un ruido, un movimiento casi telúrico, un desplazamiento de aire. Oscuro. Gritos. Sangre, tragedia. Y a pocos metros la vida seguía, la fiesta, la ceremonia, el amor, ajenos todo al horror que tenían a sus espaldas. El tren paró, de repente, fuera de su orden, pero muchos otros trenes siguieron cumpliendo sus rutas, llevando y trayendo ilusiones, desesperanzas, ambiciones o conformismos.

Imprudencia colectiva, estructuras deficientes, costumbres peligrosas. El tren, sus vías, una noción de la distancia,. Del tiempo. Estamos hablando de los que se convirtieron en un amasijo de vísceras en Castelldefels, pero en las primeras horas informativas nos cuentan que esa misma noche ha habido hasta otros ocho incidentes ferroviarios, en alguna ocasión también con resultado de muerte. ¿Los trenes insalvables? No los trenes menospreciados, a los que se les falta el respeto debido, se les ningunea, y de repente aparecen, en su horario o con retraso, y los imprudentes o los soberbios creen que se les puede esquivar, o que ya no volverán. Y vuelven casi siempre con los amores, con los recuerdos, y en otras, sin quererlo, con la muerte. ¡Qué dolor más grande! Muchos usaron el tren, precisamente por seguridad. En el tren viajaba el destino fatal de unas personas en trance de divertirse, gozar, ser felices. Oscuro total.

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