Cerca de diez mil personas se manifestaron por las calles de Baiona atendiendo así al llamamiento realizado por los sindicatos para secundar una jornada de paro y movilización desarrollada en el Estado francés contra el plan de reforma del sistema de pensiones. Fue la de ayer, sin duda, una manifestación de dimensiones más que considerables, y que pone de manifiesto que la ciudadanía vasca no está dispuesta a quedarse en casa a ver por la televisión cómo políticos y empresarios se dan la mano para mermar los derechos de los trabajadores.

Y mientras en Baiona se hacía patente el hartazgo ciudadano, en Hego Euskal Herria seguía creciendo a buen ritmo el número de adhesiones a la huelga convocada para el martes 29 por las centrales abertzales. Aunque las formas puedan parecer ligeramente diferentes, a ambos lados de la muga se reproduce el modelo de injusticia socio-económica que apuesta por hacer recaer sobre los bolsillos de los trabajadores los costes de la crisis. Si desde París se ataca al sistema de pensiones, en Madrid centran sus esfuerzos en convertir el mercado de trabajo en un paraíso en el que la patronal puede disponer de los trabajadores cuando, como y al precio que le place. Ante ello, la respuesta reclama contundencia: la de ayer en Baiona, y la del martes en Hego Euskal Herria.