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Vence la estrategia militar sobre la política

La crítica situación que viven las tropas ocupantes en Afganistán no se ha despejado tras el cese del general Stanley McChrystal por parte de Obama. La decisión de cambiar a McChrystal por su superior, David Petraeus, aun cuando a priori pueda parecer una maniobra contundente por zanjar un caso flagrante de insubordinación militar, en realidad evidencia la dependencia de la política norteamericana respecto a la perspectiva militar. Obama simplemente ha cambiado un «halcón» por otro aún más fuerte, ha realizado el único reemplazo con el que puede atemperar las críticas de la derecha y del Ejército. Pero, sobre todo, ha prorrogado la estrategia diseñada por el propio McChrystal en un momento en el que, teniendo en cuenta que junio está siendo el mes en el que más bajas de soldados ocupantes ha habido en los más de ocho años y medio que llevan en Afganistán, lo que habría que cuestionar realmente no es el mando sino la propia estrategia. La derrota de la estrategia contrainsurgente diseñada por los generales se está dando en todos los terrenos, desde el puramente militar hasta el económico, por no hablar del fracaso de las instituciones impuestas.

En ese sentido, al ejercer de liebre, McChrystal puede tener la seguridad de haber cumplido bien la misión asignada por los suyos. Esa misión, que no es operativa, que no se lleva a cabo en un territorio concreto o contra un enemigo determinado, que es estratégica y necesariamente política, tiene que ver con la concepción misma que las clases dirigentes y la ciudadanía norteamericana tiene sobre su país y su lugar en el mundo. Esa estrategia supone garantizar la supeditación de la política, la economía y la sociedad a lo militar, que este último sea el prisma por el que se ve la realidad y se valoran los hechos y los pasos a dar.

En contra de lo que defienden sus promotores, esta estrategia de fuerza puede convertirse en una gran debilidad para EEUU y, paradójicamente, Afganistán puede ser el terreno en el que esto se demuestre. La ventaja que tienen los militares es haber logrado que la responsabilidad de esa posible derrota caiga sobre Obama.

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