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Ligerezas

Escuchar a ciertos politicastros actuales hacer declaraciones sobre cualquier asunto es un ejercicio de desmovilización, un pasaporte hacia la depresión intelectual, probablemente una de las mejores maneras para ir echando a miles de ciudadanos fuera de la creencia en cualquier asunto que tenga que ver con esta democracia formal agujereada por tantos flancos. La ligereza es una de sus constantes. Tienen facilidad para llegar a pactos entre ellos con el único objetivo de seguir apretando las tuercas antidemocráticas de una ley de partidos creada, modificada, ampliada, confeccionada con el simple propósito de que una parte de la ciudadanía vasca se quede sin posibilidad alguna de presentarse para ser elegido ni para poder elegir a quien le apetezca.

Lo que proponen ahora es dejar el poder a ellos mismos para poner y quitar candidatos, cuando les dé gana, y siempre con la posibilidad de cambiar todo lo que se pueda decidir desde el más mínimo gesto popular. Estos señores que van a ampliar la desfachatez de esa ley sospechosa de todas las sospechas, van dando lecciones de democracia por ahí, sin caérseles la cara de vergüenza. Es asombro que se esté llegando a tal deterioro de cualquier precepto que implique impulso democrático. Todo son pasos atrás, hacia la oscuridad.

Por eso no es nada extraño que una dirigente del PP acuse a un President de la Generalitat de «fascista muy fascista o marxista». La ligereza para cambiar los valores de las palabras y los conceptos, de untar la semántica más primaria de la aceitosa ignorancia política, es decir de franquismo sociológico y político, es algo que viene siendo la norma, lo habitual, sin que nadie levante la voz, ni por equivocación. Hemos dejado escrito muchas veces que debemos usar ciertas palabras con certeza, para no confundirnos. No es necesaria demasiada agudeza para detectar claramente a quienes llevan en su código genético el deseo de acaparar un poder otorgado por la gracia divina. Lo que causa más temor es que se les consienten demasiados desvaríos en todos los campos como para no pensar que tienen excesivos cómplices. Esto es también corrupción. Y de la peor.

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