Tras las acusaciones del arzobispo de Caracas, Jorge Urosa Savino, al Gobierno venezolano, al que culpó de estar llevando al país hacia la dictadura y la ruina a través del comunismo, Hugo Chávez se defendió en la Asamblea Nacional venezolana. El presidente acusó al cardenal de «troglodita» e «indigno» y afirmó que el país seguirá «alejado» de la jerarquía de la Iglesia.