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Mundial 2010 Primera semifinal

Nuevos aires soplan a favor del eficaz molino holandés

Holanda alcanza la final del Mundial 32 años después de disputarla por última vez. Sneijder y Robben aparecieron en el momento clave.

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URUGUAY 2

HOLANDA 3

Imanol CARRILLO

Los Países Bajos son conocidos mundialmente, entre otros detalles, por sus paisajes coloridos. Al final de uno de esos maravillosos caminos holandeses repletos de tulipanes se encontraba un viejo molino que llevaba demasiados años parado y sin sacar provecho el movimiento producido por el agua. Eran exactamente 32 los años que llevaba sin funcionar, desde 1978, cuando Holanda disputó su última final en un Mundial.

Después de tanto tiempo, el viento volvió a correr a favor de los holandeses, aunque ese viento tuvo unos obstáculos realmente duros que solventar, como el coraje de unos jugadores uruguayos que hasta el último minuto no dejaron que el molino comenzase a girar.

Ciñéndonos al plano puramente deportivo, Holanda era la clara favorita en la eliminatoria, algo que utilizó Uruguay en su favor en los primeros compases del encuentro. A la Orange le costaba sacar la pelota con facilidad desde su campo gracias a la constante presión de los sudamericanos. Pero poco a poco el desgaste se fue notando sobre el terreno de juego, hasta que comenzaron a llegar algunas tímidas ocasiones.

El buen posicionamiento de ambas escuadras no permitía a los jugadores penetrar por el centro. De esta manera, la única manera de probar fortuna surgió desde lejos. ¡Y vaya si estuvo la suerte del lado de ambos contendientes! Primero fue Gio Van Bronckhorst quien desde 35 metros de distancia marcó el que puede ser el mejor gol del Mundial. El guardameta Muslera poco pudo hacer más que mirar cómo el balón le traspasaba y se colaba por la escuadra. Un tanto, sin duda, a la altura de una semifinal mundialista.

Pero el partido depararía aún más bellezas, como el gol marcado por Diego Forlán desde fuera del área. El potente disparo pilló al meta holandés a contrapié y, aunque pudo hacer algo más, se tuvo que conformar con rozar una pelota que llegó hasta las redes de la portería.

El despertar milagroso

Con las tablas en el marcador, se llegó al descanso. Los holandeses no estaban cómodos en el terreno de juego. Les faltaba la clave que les había llevado hasta las semifinales: la compenetración entre Sneijder y Robben.

25 minutos tardó el primero de ellos para declinar la balanza hacia el lado orange. Con un lanzamiento raso desde fuera del área, el centrocampista mandó el balón a las redes. Y tres minutos después Robben amplió la ventaja al rematar de cabeza un centro de Kuyt desde la izquierda -suponía el gol 2.200 de los Mundiales-.

Pero Uruguay también tenía el enorme reto de volver a ser campeón del Mundial 60 años después. Corría el minuto 91, momento en el que Maxi Pereira marcó el segundo para meter el miedo en el cuerpo holandés. Fue en vano, ya que el molino holandés había despertado tras su inoperancia después de muchos años. ¡Y cuidado, porque llega muy bien engrasado!

 

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