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Maite SOROA

En España vuelve a amanecer

D efinitivamente hay que constatar que se les ha ido la pinza. Será que no están acostumbrados a ganar, pero con lo de la Copa del Mundo se han desbocado y escriben -y firman sin pudor- cada melonada que sonrojaría al menos recatado.

Ayer en el diario «Ya», José Luis Orella firmaba una pieza de antología, parecida a un guión de «Hazañas Bélicas». No tiene desperdicio.

Según Orella, «el triunfo de la selección en el campeonato del mundo de fútbol ha producido un increíble despertar patriótico». Tan increíble que no se lo cree ni él cuando nos cuenta el cuento de la buena pipa: «Ciudades extrañas a la bandera nacional, por el miedo a las amenazas nacionalistas, como Bilbao, Barcelona o Pamplona, disfrutaron de movilizaciones masivas, que en el caso de la capital catalana llegaron a los 75.000 seguidores rojigualdas. Gritos de guerra, tan llamativos como: Soy español! Español! Español! Se pudieron oir por toda la Plaza del Castillo de Pamplona, en estos sanfermines, ante la desesperación de los proetarras, que intentaron evitarlo a través de sus sicarios». Lo de los «sicarios» es bueno, ¿verdad?

Insistía el tío en mezclar balón con nación: «No cabe duda que estos futbolistas han conseguido con su triunfo lo que nadie». Ganar una Copa del Mundo. Ni más ni menos.

Pero Orella ve mucho más en el gol de Iniesta: «Su victoria ha arrebatado a las generaciones más jóvenes de las garras criminales de unos nacionalistas que incentivaban el apoyo a cualquier rival que tuviese España en su camino hacia el triunfo. Lo importante en estos momentos es comprobar que España existe, que no ha desaparecido de los corazones de sus ciudadanos después de años de autonomías nefastas que esquilman sus arcas, y que los nacionalistas deben quedarse en sus guaridas esperando se pase la tormenta rojigualda». Matias Prats o el locutor del No-Do no hubieran mejorado la soflama, ¿no les parece?

Y para concluir pide Orella «que este nuevo despertar sano y patriótico, que muestra su alegría integradora, gracias a los triunfos de los deportistas españoles, no se vea empañado por los egoísmos locales de los nacionalistas». O sea, que en España vuelve a amanecer.

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