Montilla advierte al PSOE de la desafección
Montilla apela a la unidad de las fuerzas del Parlament para defender la nación catalana, a la vez que pide al Estado español un cambio de actitud si no quiere avivar el independentismo y propone volver a la política pactista.
Laia ALTARRIBA i PIGUILLEM
Como ocurrió hace una semana con la pancarta que debía encabezar la manifestación de respuesta a a la sentencia del Tribunal Constitucional español, ayer en el Parlament se logró una resolución unitaria cuando faltaban unos pocos minutos para que empezara el pleno extraordinario. Se había convocado para debatir el recorte que el tribunal español ha hecho al Estatut de Catalunya aprobado hace cuatro años. Y el president, José Montilla, pudo salir con su objetivo cumplido: una resolución aprobada por su partido, el PSC, y CiU, ERC e ICV-EUiA.
La resolución fue simplemente ratificar el preámbulo que el Estatut tenía antes que el TC le pasara el tijeretazo. El president leyó su parte más significativa: «El Parlament de Catalunya, recogiendo el sentimiento y la voluntad de la ciudadanía de Catalunya, ha definido Catalunya como nación», pues simbólicamente es uno de los recortes que más ha dolido a la población.
«Es una hora grave»
Al presentar la resolución, Montilla hizo un discurso con una fuerte carga emocional para la población catalana: «Es una hora grave porque esta decisión del Tribunal Constitucional ha ido acompañada de una actitud hostil de una parte de la clase política y de la sociedad española hacia las legítimas aspiraciones catalanas de reconocimiento nacional y de progreso del autogobierno».
También tuvo una carga importante de advertencia al Estado español: «Si España quiere dar una solución al secular problema catalán debe estar dispuesta a cambiar» y admitir que se trata de «un problema de reconocimiento democrático de la realidad plurinacional de España». Y añadía que también «es una hora grave porque se ha puesto en cuestión la posibilidad de renovar la relación entre Catalunya y España -mejorando el encaje- a través de los procedimientos y de los instrumentos democráticos previstos por la Constitución española de 1978».
Rehacer la confianza
Pero posiblemente lo más relevante es que dibujó una hoja de ruta que en lugar de proponer avanzar por nuevas vías hacia mayores cotas de autogobierno, usó la gravedad del momento para defender la necesidad de rehacer la confianza entre las instituciones españolas y catalanas. Y explicitó que su objetivo es «salvar el pacto político logrado entre el Parlament de Catalunya y las Cortes Generales y entre las fuerzas políticas que apoyaron el Estatut».
Y es que, a pesar de los recortes, Montilla se mostró convencido que existen las herramientas para continuar desplegando el Estatut como era antes de ser mutilado, ya que entiende que el TC «salva el cuerpo central» del texto estatutario. La hoja de ruta que dibujó, pues, es ir desplegando lo que el TC ha respetado y también lo que ha recortado a base de «negociar con el Gobierno español la modificación de determinadas leyes estatales», o velar por el «cumplimiento satisfactorio de los acuerdos adoptados como el de la nueva financiación o del compromiso sobre las inversiones del Estado en infraestructuras en Catalunya», o usar «a fondo los instrumentos de relación bilateral».
Una hoja de ruta que no dista demasiado de la política de los tiempos de Jordi Pujol marcados por la negociación de cada transferencia o ley a cambio del apoyo parlamentario en Madrid. Aunque ahora lo va a tener que intentar con la losa encima de la sentencia del Constitucional a la que PP u otras formaciones políticas podrán apelar cuando lo deseen para obstaculizar cualquier pacto que pueda suponer un avance en el autogobierno catalán.
El mismo Montilla reconocía que es consciente que «esta negociación tenemos que hacerla en algunos casos sin la garantía jurídica que el Estatut nos proporcionaba y que ahora el Tribunal Constitucional nos niega; y que, por lo tanto, el resultado de esta negociación depende mucho más de las condiciones políticas en las que se realice».
Lo que va a ser difícil para Montilla es convencer a la población catalana de la idoneidad de la propuesta. Es consciente de ello, especialmente después que alrededor de un millón de personas -según los organizadores y la Guardia Urbana- llenara Barcelona hace una semana con banderas y proclamas independentistas. Y por eso apeló al PSOE implícitamente para que entienda que si no quieren que crezca más el independentismo, van a tener que ayudarle con un cambio de actitudes desde Madrid: «Lo que ha crecido y crece es la desafección, el cansancio, la fatiga... y una legítima sensación de irritación, que nos puede llevar a abandonar el camino del entendimiento, el pacto y el acuerdo por insuficiente, insatisfactorio o incomprensible. ¿Qué tenemos que hacer, pues, en esta hora decisiva: abandonar el camino del entendimiento o persistir en querer que España sea diferente, aunque una parte de ella no lo quiera?».
Es indudable que el president aboga por la segunda opción. Y por ello la semana que viene va a reunirse con Zapatero, para rehacer un complejo equilibrio de fuerzas, que no sólo ha mostrado algunos signos de crisis en relación con el PSOE, sino también dentro del mismo PSC.
PSC e ICV votaron la resolución por convencimiento, y CiU y ERC justificaron su apoyo por responsabilidad, aunque las dos formaciones querían un texto que fuera más allá en la defensa del autogobierno.
«Sería lamentable que el catalanismo, que siempre había tenido un proyecto de construcción de España, terminara viéndose tentado en centrarse solo en el proyecto de transformación y construcción de Catalunya».
A pesar que ERC votó afirmativamente a la resolución propuesta por Montilla de respuesta unitaria al recorte del TC, también presentó otra resolución que no logró el apoyo de ningún otro grupo. La resolución proponía abrir el camino hacia la independencia, como respuesta al clamor en las calles de Barcelona durante la masiva manifestación de hace una semana. El presidente de ERC, Joan Puigcercós, argumentó la propuesta de su partido puesto que «el Estado lo haces o te lo hacen» y añadió que «este Estado que nos han hecho no es el nuestro y no nos permite avanzar».
ERC no quiere hacer la transición hacia el Estado propio en soledad, sino «acompañados por miles de ciudadanos» y por el Parlament. Por ello, apeló al PSC a «romper las cadenas con el PSOE» y a CiU a «dejar de hacer de lobby en Madrid».
Puigcercós justifico su participación en los dos gobiernos tripartitos porque «ha habido un gran avance, se ha hecho un cambio social importante». Pero su partido considera que ahora se dan las condiciones para dar un paso hacia adelante. Así que considera que ha terminado el «trayecto conjunto» con el PSC y que se abre una nueva etapa, la que debe llevar a la nación catalana hacia la independencia.
Como Puigcercós, el líder de CiU, Artur Mas, también hubiera querido que la resolución unitaria fuera más lejos, pero se abstuvo de hablar de independencia. La propuesta de los convergentes es «abrir un nuevo camino, que lo marca el lema 'Somos una nación, nosotros decidimos'». «¿Con qué límites?», se preguntó Mas, y dio una respuesta menos concreta que la de ERC: «Ningún límite, el que marquemos los catalanes».
L. A. P.
PSOE y PSC acordaron presentar en el Congreso una resolución que demanda «una fuerte acción política para preservar el anhelo de autogobierno de los catalanes en el marco de una España plural».