BBK arriesga su futuro al comprar Caja Sur
Ala tercera, el presidente de BBK, Mario Fernández, ha logrado su objetivo. Tras los sendos fracasos en los intentos por adquirir Caja Castilla-La Mancha y Caja de Ahorros del Mediterráneo, la caja vizcaina consiguió ayer hacerse con Caja Sur y así avanzar en una de sus principales pretensiones: crecer en el Estado español. Con este paso, BBK se coloca en la séptima posición del ranking de entidades en el actual mapa financiero español, con 48.766 millones de euros, circunstancia que, entre otras cosas, desequilibra los acuerdos tácitos preexistentes entre las cajas vascas de cara a una hipotética fusión, al convertirse BBK, con mucha diferencia, en el pez más grande de la pecera.
En todo caso, lo que en apariencia es una recompensa a la tenacidad de Fernández en su estrategia de crecimiento, plantea en realidad serias dudas que deberán resolverse en un futuro no muy lejano. De entrada, el presidente no ha logrado culminar algunos de los principales objetivos que se había marcado. Por un lado, y aunque se ha acercado, no ha conseguido doblar su tamaño; y, por otro, no ha podido cumplir sus expectativas de crecer en áreas del centro o el este del Estado español, las consideradas como económicamente más activas. Ha tenido que conformarse con adquirir una entidad con una salud frágil (su índice de morosidad triplica el de BBK) y enclavada en una zona poco dinámica.
Han sido los sindicatos los primeros en encender las luces de alarma. Si LAB indica que las repercusiones de la adquisición sólo serán positivas para «los intereses económicos de España», CCOO se pregunta si la operación «es una oportunidad o un campo de minas». A corto plazo, las principales repercusiones serán laborales, puesto que se prevé, sólo en Andalucía, un recorte de 900 empleos. Además, como el sindicato abertzale ha puesto de manifiesto, se ha perdido otra oportunidad para avanzar en la creación de una caja vasca unida y fuerte que consolidase el tejido económico, industrial y social vasco.