Maite Ubiria Kazetaria
Los periodistas y las dictaduras
El 14 de julio ha transcurrido con el sopor habitual, sólo quebrado por algún sonoro comentario y ciertos silencios incomprensibles.
En los Campos Elíseos se han montado este año un party militar exótico, con soldados africanos ataviados con originales vestimentas que han hecho las delicias de un público entregado, según relatan las crónicas.
Para festejar la descolonización han invitado a los ejércitos de trece estados africanos a trotar por la más bella avenida del mundo. En la tribuna, Sarkozy se ha rodeado de presidentes que, según informes diversos, toleran mal la democracia.
Ciertas élites políticas africanas con las que se codea París se suceden en el poder por criterios de ADN, tomando ejemplo del régimen al que el vulgo cortó la cabeza el 14 de julio de 1789, de una monarquía que se hace presente en la galería de abusos y dispendios a los que se presta hoy la Corte del Elíseo.
La parada militar parisina ha levantado no pocas quejas, pero los medios de comunicación, a los que fustiga la UMP cuando le sacan a airear las vergüenza en el caso Bettencourt, se han colgado la tricolor. Y así hemos escuchado de boca de periodistas de TF1 et France 2 que «en el plano político, no existe la dictadura en la África francófona».
La dictadura, en el plano político, sólo existe, a mi entender, en Irán, en Corea del Norte, en Cuba... Lo he visto claro con la llegada del primer grupo de disidentes de la isla caribeña a un estado en cuyas cárceles hay más de 700 presos políticos.
A una periodista de Radio Euskadi le pareció oportuno comentar la nula información que sobre el aterrizaje en Madrid de los ex condenados daban los medios cubanos. Lógica su sorpresa, habida cuenta de la cumplida información que el ente del pajarito ofrece sobre la situación de las prisiones franco-españolas y de su determinación en defender la libertad de prensa frente a la ley de partidos ofreciendo micro y pantalla a portavoces políticos avalados por miles de electores... siempre y cuando les dejan votar.
No hay dictadura allá donde se juzga a electos por impulsar una institución municipal. Ni cabe amonestar la actitud a un alcalde que aclara a unos jóvenes gaseados por la Policía que en 14 de julio no pueden salir a la calle para recordar que Biarritz es Euskal Herria. Tanta libertad, a mí me deja muda.