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CRÓNICA Desastre climático

La sequía obliga al éxodo en Kurdistán y el noreste sirio

Familias enteras que padecen la sequía que golpea desde hace tres años el noreste de Siria y Kurdistán, una zona considerada antaño como el granero de trigo del país, se ven obligadas cada vez más a emigrar hacia Damasco y otras zonas urbanas en busca de trabajo.

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Roueida MABARDI France Presse

El Programa Mundial de Alimentos (PAM) de la ONU comenzó a inicios de junio a distribuir a unas 200.000 personas raciones alimentarias (arroz, garbanzos, harina, aceite) en las regiones más afectadas: Raqqa, Hassake (en Kurdistán) y Deir ez-Zor.

Decenas de miles de familias tienen que recurrir a estas ayudas, según el PAM.

«La situación es realmente muy mala» en el noreste de Siria, afirmó un responsable del PAM, Selly Muzammil.

Es la segunda vez que se distribuye ayuda alimentaria según un plan de lucha contra la sequía que la ONU puso en marcha el año pasado.

Myassar Daruishe al-Hussein, de 22 años y originario de Deir ez-Zor, llegó a Damasco con su familia hace tres meses. Encontró un empleo en una fábrica por menos de 200 dólares [161 euros].

En Deir ez-Zor, «el rendimiento de las cosechas ha bajado un 70%», dice.

Su hermano se quedo allí y cultiva trigo y caña de azúcar. Pero, según explica, la situación está difícil porque, debido a la creciente sequía, «el fuel se ha encarecido» por una bajada de las subvenciones gubernamentales a los carburantes.

Según la ONU, más de un millón de personas han emigrado de las regiones del noreste hacia las zonas urbanas. Los agricultores se han quedado sin ingresos y ya no pueden alimentarse.

La producción de trigo, considerada como un recurso estratégico de Siria, se ha estimado en 2,4 millones de toneladas frente a las 4,1 millones de 2007.

«Vamos a importar trigo por tercer año consecutivo», ya que el consumo nacional se eleva hasta cerca de las cuatro millones de toneladas anuales, escribió el diario «Al-Baaz».

Como reacción, el Gobierno ha tomado medidas urgentes: ayudas, renegociación de los préstamos y exención de impuestos para los proyectos de inversión.

El viceprimer ministro para Asuntos Económicos, Abdallah Dardari, anunció que se duplicarían las inversiones en Deir ez-Zor, alcanzando los 21.000 millones de libras sirias [352 millones de euros] en los próximos cinco años.

Dardari llamó al sector privado a invertir también en esta región y anunció la construcción de una presa por valor de 1.000 millones de euros que regará unas 30.000 hectáreas.

«Deir ez-Zor era una ciudad verde. Hoy, está reseca, los campos parecen desiertos, el río Jabur está seco», cuenta, bajo la cobertura del anonimato, un militar retirado de 50 años que vive desde hace 33 cerca de Damasco.

Se reconoce «espantado» por el número de desplazados que han huido de sus condiciones precarias para instalarse en los alrededores de Damas y de Daraa (sur).

«Si no producimos nada, no vamos a tener ingresos», explica Shiruan, que tuvo que dejar hace unos dos meses su aldea natal de Al-Dirbassiyeh (en la provincia de Qamishli, en Kurdistán) para ir a Damasco debido a la disminución de la producción de trigo y algodón. Se ha convertido en un improvisado conductor de taxi.

En una carta publicada en la prensa oficial, el gobernador de Hassake pidió a las autoridades la renegociación de los préstamos concedidos a los agricultores para la campaña 2009-2010 «debido a la reducción del 60% en la producción y a que se ha propagada una enfermedad que ataca al trigo».

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